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Viernes, 08 Abril 2016 18:08

Escuchará la última campanada

 

Habrá que ver que realmente cumpla su palabra. Manny Pacquiao dijo que se iría del boxeo luego de 21 años de carrera en este 2015. Su consentidor promotor Bob Arum sufrió para encontrarle el rival, y ante la carencia de peleadores estelares en la división de peso welter, no le quedó otra que montar la tercera pelea ante Timothy Bradley.

 

Pacquiao tuvo ese impresionante y casi increíble ascenso de divisiones, 9 en total de acuerdo a las reglamentaciones vigentes en el mundo de los puños, pero no sólo ascendió de categoría, lo hizo estableciendo un dominio aterrador entre los peleadores que compartieron con él sus tiempos, su trayectoria.

 

Hoy en día ya no vale, y de cualquier forma nadie lo cree, que un boxeador haya sido campeón mundial de quien sabe cuantas divisiones de la sopa de letras del deporte de los puños. Si fuéramos mas que justos, honestos, podríamos acreditarle el título mosca del CMB, el super-pluma, el ligero y el welter del mismo organismo. Lo demás es una pachanga de nombres y definiciones en cada división que rayan en lo absurdo.

 

Pero con títulos y sin títulos, Pacquiao se va siendo uno de los mejores 20 peleadores de la historia. O al menos de los mas dominantes de sus tiempos. Aquellos publicistas ignorantes y solónes de los promotores, lo quisieron ubicar a la altura de los grandes, pero no, no tiene cabida. No es comparable a Roberto Durán, o a Sugar Ray Robinson, o a Ray Leonard, o a Joe Louis, y por supuesto, no podría compartir créditos con el gran Julio Cesar Chávez. Pero hizo su trabajo.

 

UNA CARRERA A LA MEDIDA. Tal y como lo hizo Oscar de la Hoya, promovido por el mismo empresario, Bob Arum que ha dirigido la carrera del filipino los últimos 10 años, enfrentó a grandes peleadores como Erik Morales, Marco Antonio Barrera y por supuesto, su némesis, Juan Manuel Márquez. Pero además su record engloba el nombre de ilustres cadáveres que contribuyeron a que el Pacman, cobrara cada día más.

 

Eso incluye los restos de Oscar de la Hoya, los de Antonio Margarito, Shane Mosley, Joshue Cotley, peleadores que no le ofrecieron nada de resistencia, aunque si, habría que poner en el mapa a Ricky Hatton, el británico quien teniendo una sola derrota en su carrera, ante Mayweather, enfrentó a Pacquiao dos años después saliendo de un semiretiro, para que al cabo del combate con el filipino, literalmente dijera adiós. Pues sólo hizo una pelea después de tres años y dijo adiós definitivamente. Un gran mérito.

 

UNA MANCHA IMBORRABLE. Lo que eclipsó la carrera de Pacquiao, no fue pelear lesionado ante Mayweather, no fue ni siquiera aquel inolvidable, por brutal, nocaut que sufrió a manos de Juan Manuel Márquez. Lo que realmente ensombreció su historial, fue ese par de peleas en las que no derrotó a Márquez y le fueron atribuidas como victorias por los jueces. Particularmente para mi gusto, la tercera, donde Juan Manuel en vez de salir a acabarlo, prefirió boxearlo y dio margen a que los jueces lo atracaran en el Desierto de Mohave.

 

MALAS COMPAÑÍAS. Algo que no dejará de “tintinearnos” en la cabeza, es el hecho de que en el momento más importante de la carrera del Pacman, cuando lucía un físico escultural, con una potencia endemoniada y una velocidad relampagueante, lo entrevistamos hace 6 años, justo la noche antes de la segunda pelea contra Márquez en Las Vegas, y en ese día en particular, estaba con él, en su suite del Hotel Mandalay Bay, Víctor Conte. Su jefe de asesores de entrenamiento. Y ¿quién es Víctor Conte? El dueño de los Laboratorios Balco que proveía de asteroides anabólicos a muchas figuras del deporte mundial y que incluyeron a gente como Jason Giambi, Barry Bonds, el legendario linebacker Bill Romanowsky, la multicampeona olímpica Marion Jones y el campeón olímpico y mundial Tim Montgomery, entre otros.

 

Nunca se encontró la explicación del crecimiento de Pacquiao, pero tampoco nadie pudo probarle nada, y eso incluyó los exámenes de sangre que exigieron los promotores de Erik Morales para dejarlos enfrentarse por vez primera y el Floyd Mayweather hace un año cuando se vieron las caras.

 

Pacquiao forma parte de la historia del boxeo, que no podrá ser contada íntegramente sin incluir sus victorias, su impresionante y desordenado estilo, su evolución y todo lo que ha significado para el deporte de los puños.

 

EL ADIÓS. De su pelea de mañana ante Bradley, poco para decir. La tercera vez que se enfrentan. La primera la perdió Pacquiao por decisión dividida, una pelea infame por cierto, y la segunda fue una decisión unánime incuestionable para Manny. Y si Bradley es el rival en turno, es porque de alguna forma llegó a integrarse en un circulo en el que era sin duda, el “pato feo”. Un peleador zurdo, poco espectacular, y que, como dijeran los viejos maestros de la narrativa boxística, no pega ni estampillas, pues apenas ha obtenido 13 triunfos por nocaut en 33 victorias totales en su carrera. Probablemente lo más meritorio que tenga para contar, es que venció de manera sucesiva a Pacquiao y Márquez, sin ser invitado a la fiesta.