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Jueves, 17 Septiembre 2020 19:50

¿Traición o realpolitik? Cuando el enemigo no es Israel, sino Irán

La paz firmada por Israel con Bahréin y Emiratos, bajo los auspicios del presidente Trump, es vista por sus protagonistas como una oportunidad para la paz en Oriente Medio, pero para los palestinos y sus aliados es una nueva victoria de “los sionistas” sobre los musulmanes. El muro árabe se ha roto: ¿Qué país será el siguiente en pasar?

 

Acuerdos de Abraham. El nombre con el que Israel y dos países árabes, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, sellaron el martes relaciones diplomáticas, bajo los auspicios del presidente Donald Trump, no puede ser más inspirador… o más provocador: Abraham -o Ibrahim en árabe- es el padre tanto para el pueblo judío como para el pueblo musulmán. Pero, lo que para esas dos naciones es una oportunidad para la paz en Oriente Medio, para los palestinos y sus aliados, principalmente los iraníes, es una humillación que ahonda el conflicto y aleja el sueño de Palestina como estado independiente y con Jerusalén como capital.

 

A dos días del acuerdo, ésta es la posición de los jugadores musulmanes en el siempre peligroso tablero geopolítico de Oriente Medio.

 

 

 

1.- Autoridad Nacional Palestina.

 

El presidente palestino, Mahmud Abas, advirtió que, pese a la “traición” de Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, "no se logrará la paz en Oriente Mediol mientras Estados Unidos" e Israel "no reconozcan el derecho del pueblo palestino a establecer un Estado independiente" en las fronteras de 1967, cuando comenzó la ocupación israelí de los territorios palestinos.

 

Sin embargo, el liderazgo de Abás se tambalea frente a los más radicales, que critican su moderación inúltil y defienden una solución armada contra el “estado sionista”. 

 

2.- Hamas. 

 

El Movimiento de Resistencia Islámica, que controla la franja de Gaza, reaccionó a los Acuerdos de Abraham lanzando la noche del miércoles cohetes sobre el sur de Israel, donde dos personas resultaron heridas. Este es el mensaje de la organización que lidera Ismail Haniyeh a Israel y a los musulmanes: No hay nada que negociar. O se derrota a Israel por la vía armada o se sacrifica al pueblo palestino. Esta es la razón por la que su facción armada -financiada por Irán- lanza periódicamente cohetes contra Israel. Pese a que la superioridad del estado judío es abismal y su venganza tan previsible como implacable, la organización no duda en poner bajo las bombas israelíes a la población gazatí. 

 

No hay palestinos muertos para Hamas en su guerra contra Israel, hay mártires, aunque sean bebés.

 

3.- Emiratos Árabes Unidos.

 

La excusa del príncipe heredero emiratí, Mohamed bin Sayed, para acudir el martes a la Casa Blanca a firmar la paz con el premier israelí Benjamín Netanyahu, es que ha evitado de esta manera que el mandatario conservador israelí cumpla su amenaza de anexionarse parte de Cisjordania. Está por ver si el aguerrido y nacionalista Netanyahu cumple su palabra. Pero hay otra razón que el jeque emiratí no dice: Irán.

 

Los Emiratos -al frente de ellos las extravagantes Abu Dhabi y Dubái- a quien temen no es a Israel sino a Irán, con el que comparte el estratégico estrecho de Ormuz, el mayor paso de buques petroleros del mundo y donde Teherán suele realizar maniobras navales para mostrar sus avances en misiles e intimidar a sus vecinos.

 

4.- Bahréin.

 

No es casualidad que el pequeño estado-isla sólo esté unido a tierra firme por un puente que conecta con Arabia Saudí. Por allí pasaron en 2011 los tanques saudíes que aplastaron la rebelión popular, al calor de la Primavera Árabe. No es casualidad tampoco que ese pequeño país del golfo Pérsico sea la sede de la V Flota de EU, la mayor base naval de la región. Bahréin es el único país árabe donde los chiíes son la gran mayoría, pero el poder (y los privilegios) lo detenta la minoría suní encabezada por la familia real Al Jalifa. Lo último que pueden permitirse los saudíes y los estadunidenses es que la mayoría chií de Bahréin derroque a la monarquía aliada y surja un gobierno proclive a los intereses de Irán, la gran patria chií. Casi una década después de esa “ayuda militar” saudí -bendecida por Washington- la consecuencia podría ser la normalización de relaciones con Israel.

 

5.- Arabia Saudí.

 

Bahréin nunca habría firmado la paz con Israel sin el consentimiento del hermano mayor saudí, pero eso no quiere decir que los saudíes vayan a seguir el mismo camino. Sería un triunfo demasiado grande para Israel y sería muy difícil de digerir para millones de musulmanes que ondease la “bandera sionista” en la tierra del profeta Mahoma.

 

Eufórico por su triunfo diplomático -que espera que se traduzca en votos de cara a las elecciones del 3 de noviembre-, Trump se felicitó por haber logrado que el número de países árabes que tienen relaciones con Israel sea ahora el doble. Egipto firmó la paz con Israel en 1979, a cambio de la devolución de la península del Sinaí; mientras que Jordania lo firmó en 1994, a cambio de fijar la frontera occidental entre el reino hachemí y el estado judío. Por su parte, Turquía -que no es una nación árabe- fue el primer estado musulmán que intercambió embajadas con Israel, en 1950, apenas dos años después de la fundación del Estado judío y la expulsión de miles de palestinos de sus hogares y tierras.

 

6.- Quién sigue.

 

Durante la histórica triple firma de los Acuerdos de Abraham en la Casa Blanca, Trump dijo que espera que “cuatro o cinco países árabes más se unan al acuerdo”, sin detallar cuáles serían. Riad dijo “no”, pero tan educadamente que podría interpretarse como que cedería, si la amenaza iraní crece o se hace con la bomba nuclear. 

 

Los siguientes en las apuestas son el moderado Omán, y dos naciones árabes del norte de África que en su día formalizaron relaciones con Israel, pero luego dieron marcha atrás: Marruecos y Mauritania. La frialdad con la que ambos países acogieron los Acuerdos de Abraham no parece anticipar otro anuncio sorpresa en las próximas semanas. Sin embargo, la ausencia de críticas oficiales podría interpretarse como dejar que otros se sumen antes o “esperar y ver” la reacción de la opinión pública musulmana. A fin de cuentas, no es lo mismo lo que hagan las autoridades de las monarquías petroleras del golfo, con una población escasa, pero privilegiada, que países pobres y superpoblados, con tan poco que perder que podrían derribar gobiernos que se alíen con Israel, como los no árabes Afganistán, Pakistán o Indonesia.

 

7.- ¿Irán y sus aliados?: Jamás.

 

Por último está el bloque de países que ha jurado no formalizar relaciones con Israel, porque niegan la propia existencia del Estado judío o pretenden que no exista, como Irán y sus aliados chiitas con poder parcial o total en sus respectivos países: Hezbolá en Líbano, el Movimiento al Sadr en Irak, los hutíes en Yemen o el presidente Bachar al Asad en Siria.

 

No se trata sólo de que la revolución islámica iraní de 19979 declaró que Israel debía ser destruido, sino de derrotar también a las “monarquías corruptas y proyanquis suníes”, como las llama Teherán, y de paso, ganarse las simpatías de los más de mil millones de musulmanes en todo el mundo.