Por Adela Navarro Bello
¿De qué manera podrían los senadores darse cuenta que a México le urge un Fiscal Anticorrupción? Si hubiésemos pensado en la respuesta a esa pregunta, quizá jamás imaginaríamos que lo más fácil sería responder con la realidad: el descubrimiento de la cueva de los tesoros encontrada a los Duarte, Javier y Karime Duarte de Ochoa. La ex primera pareja del estado de Veracruz.
En México vamos pasando del asombro a lo increíble, a lo insólito. Los ojos se nos abren cada vez más y ya mejor nos reímos para no llorar. En muchísimas ocasiones hemos dado cuenta aquí, se ha escrito en muchas páginas de Sinembargo.mx, en diarios locales y nacionales, y hasta en el extranjero, de los excesos del ex Gobernador de Veracruz. De los ranchos que cuestan más de 200 millones de pesos, de los departamentos en Xalapa, en Ciudad de México, en Estados Unidos. De los dineros robados, de las empresas fantasma, de las cuentas millonarias, de las propiedades de los familiares directos, y de la participación de los colaboradores del ex Gobernador, pero de eso a lo que encontraron…
La cueva de los tesoros de los Duarte impresiona más que por el valor de lo ahí descubierto, por la ambición que refleja el acopio voraz, el abuso, el robo, la soberbia de documentar cada ilícita acción, y hacer alarde propio de las tropelías.
Las pinturas de las fotografías de los Duarte reflejan la vanidad de los actores, la soberbia de saberse impunes, la colección de vajillas muestra de una vida dedicada a los excesos, a las comilonas y los excesos materiales.
Almacenar productos y artefactos para la beneficencia pública como lo pueden llegar a ser las sillas de ruedas, habla de un egoísmo extremo. Cientos de cosas acumuladas en una bodega que recuerda las de los cuentos de Ali baba, los piratas, los tesoros ocultos producto del robo.
Los diarios, escritos presuntamente de puño y letra de Karime de Duarte, son el monumento de la impunidad. Como los libros contables de Al Capone, evidencia suficiente para aprehenderlo por evasión fiscal o las libretas del contador de los hermanos Rodríguez Orejuela, líderes del cártel de Cali en Colombia, que llevaba cuenta exacta de los dineros ilícitos que entraban por la venta de droga y los pagos que se hacían a cómplices, criminales y autoridades, o los cuadernos de Luis Ernesto Ramírez Vázquez “El Güero Camarón”, en los que anotaba el nombre de cada uno de los policías a los que les daba dinero para comprar impunidad a nombre del cártel de Sinaloa y del cártel Arellano Félix.
Los cuadernos de marca de diseñador de Karime de Duarte son, en caso de resultar verídica la información y confirmar que en efecto sea la letra de su puño, la evidencia de un periodo de su vida dedicado a la transa, el ilícito, el robo, los lujos, la estrategia política y el enriquecimiento ilícito.
Mientras las investigaciones son llevadas a cabo por parte de la Procuraduría General de la República que está coadyuvando con la Fiscalía de Veracruz en la investigación de los ilícitos cometidos por Javier Duarte de Ochoa, en el Senado de la República han retrasado por tercera ocasión la designación del Fiscal Anticorrupción ¿Necesitan más hechos de indignación nacional ante el grado de corrupción que evidencian para tomar ya una decisión?
Dice el Senador Ernesto Ruffo Appel, integrante de la Comisión Anticorrupción del Senado, que tal nombramiento tardarán en determinarlo, a pesar que ya cuentan con 31 perfiles de hombres y mujeres que han cumplido con los requisitos para convertirse en el primer Fiscal Anticorrupción, porque antes deben resolver otros temas. Por ejemplo, la iniciativa enviada por el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, para eliminar el precepto que indicaba que a la instalación de la Fiscalía General de la República (en lo que se convertirá la PGR), quedaba de facto en calidad de Fiscal y por un encargo de nueve año, quien en ese momento fuese titular de la Procuraduría General de la República. Si no se resuelve eso primero, no habrá Fiscal Anticorrupción.
Además, discuten entre quienes desean que la Fiscalía Anticorrupción salga de la estructura de la PGR (o Fiscalía General de la República) para tener un mayor margen de independencia y maniobra para la investigación de actos de corrupción en los gobiernos vigentes. Es decir, que no sea juez y parte al ser un eslabón más de una estructura gubernamental.
Pero mientras los Senadores no se ponen de acuerdo en las bases y los cimientos de la Fiscalía General de la República, no podrán nombrar Fiscal Anticorrupción, y prácticamente es el único nombramiento que hace falta para que el Sistema Nacional Anticorrupción comienza a andar en unos meses.
¿Cuántas bodegas repletas de riquezas ilícitas en manos de gobernantes necesitamos para que entienden que urge el Fiscal Anticorrupción? Espero que no muchas, en México corremos el peligro que, como en términos de inseguridad, la sociedad se vuelva insensible al enriquecimiento ilícito considerando la premisa que todo lo olvida: “No pasa nada, nadie termina en la cárcel”.
Que la cueva de los Duarte sea la urgencia que los Senadores vean para actuar ya.