Tal vez lo recuerden, se llamaba John Jefferson, era receptor de los Cargadores de San Diego al inicio de los 80 y uno de los mejores de la Liga, sino es que el más espectacular; de hecho, pudo haber llegado a ser un histórico, de no ser por su tonta decisión de cambiarse de equipo por un contrato más jugoso, es decir, por más dinero. Ahí se terminó su carrera.
Jefferson era parte de las aerolíneas Coryell, del coach Don Coryell, recibía los pases de Dan Fouts y tenía como compañeros de posición al receptor Charlie Joyner y al ala cerrado Kellen Winslow (tres miembros del Salón de la Fama), el coordinador ofensivo era un tal Joe Gibbs, quien más tarde ganó Tres Super Bowls con los Pieles Rojas.
John, en cambió, se mudó a Green Bay, donde el pasador era un errático de nombre Lynn Dickey, y no servía de nada tener como pareja al extraordinario James Lofton. Con todo y sus millones, Jefferson se fue por la puerta trasera de la Liga; eso sí, con los bolsillos llenos, pero con el olvido a cuestas.
Y es que no siempre la agencia libre ha sido el mejor camino para muchos jugadores en esta liga. Es verdad que la vida de un atleta en la NFL en promedio es de cuatro a cinco años, de acuerdo con los registros, y por ende muchos deciden hacerse ricos antes que ganadores.