La sensación que hay dentro de este Barcelona, más allá del futbol, es que puede perder contra cualquiera, porque ahora cualquiera se atreve con el Barcelona.
La metamorfosis del Barça ha sido tan rápida como sorprendente. Hace ni siquiera unas semanas el conjunto azulgrana era una máquina engrasada, temible y despiadada que pasaba por encima de sus rivales dando una increíble sensación de superioridad. En cuestión de un mes, el equipo ha dilapidado las opciones de ganar el triplete así como su imagen de equipo intocable.
El Barcelona llama desesperadamente a la MSN (Messi-Suárez-Neymar). Su tridente esta seco desde Villarreal, el desplome de sus figuras ha arrastrado al equipo a una crisis de resultados que por evidentes provoca alarma alrededor del campeón. Hoy en el Riazor asoma como el escenario en el que se definirá la realidad absoluta.
El tridente del FC Barcelona llevaba una temporada para enmarcar. Ni las paperas del brasileño, ni la lesión del argentino, ni las rotaciones pasaron factura a su producción ofensiva. La MSN firmó 106 goles desde el arranque contra el Sevilla (Supercopa de Europa) hasta el partido contra el Arsenal (octavos, vuelta, de la Champions League). Sin embargo, desde que el equipo entrara en crisis (Villarreal), el tridente sólo ha materializado cuatro tantos que, además, sólo han servido para conseguir una victoria (Atlético de Madrid). Es la cara y la cruz de la mejor delantera del mundo.
El equipo azulgrana se ha acostumbrado de tal manera a la trascendencia de sus cracks que en cuanto su rendimiento ha desaparecido los resultados han dado la espalda al colectivo.
Messi era el jugador más productivo del FC Barcelona hasta el partido contra el Villarreal. Había jugado 37 partidos y anotado 37 goles. Su media era de un gol por partido y, en minutos, uno cada 84,2. Lo seguía Suárez, que había firmado 43 goles en otros tantos partidos, siendo su media de un gol cada 90,6 minutos. En cuanto a Neymar, tenía una media de 0,68 tantos por encuentro (26 en 38 partidos) y, por minutos, acreditaba un tanto cada 131,3.
Sin embargo, con la caída en picado del equipo, los números de la MSN han quedado en el otro extremo. Congelados. Messi, de un gol por partido ha pasado a 0,16 y ahora necesita 540 minutos para marcar. El argentino, con el gol ante el Valencia, puso fin a una sequía de cuatro encuentros sin anotar. Firmó el gol 500 como profesional (450 con el FC Barcelona y 50 con Argentina), pero de poco se sirvió al cuadro de Luis Enrique.
Antes de que finalizara la racha de 39 partidos invictos, se generalizó la sensación de que el segundo triplete consecutivo estaba al alcance de la mano.
En efecto, de la mano de Luis Enrique llegó la mejor racha de la historia del club. Un total de 39 partidos sin conocer la derrota que elevaron al equipo a la altura de otros conjuntos de leyenda como el Real Madrid de Beenhakker de la temporada 88-89 (34) o el Milan de Fabio Capello de la temporada 1992-93 (36).
Inmerso en la dinámica ganadora, el equipo afrontó el sorteo de cuartos de final de la Champions con cierta tranquilidad, al estar convencido de que ante cualquier emparejamiento posible el Barça y su apisonadora en forma de tridente serían favoritos.
Sin embargo, la inercia se rompió ante el Real Madrid. El equipo cayó en el Camp Nou y, lo peor de todo, lo hizo ofreciendo una imagen desdibujada y alarmante. El cuadro de invencibles se esfumó y empezaron a surgir las dudas sobre el estado de forma y anímico de la plantilla.
El Barça ganó, con apuros, el partido de ida de los cuartos de final frente al Atlético en casa. Sin embargo, la imagen seguía estando a años luz de la ofrecida hasta el momento del parón de selecciones.
Las derrotas en Liga ante la Real Sociedad y la de este miércoles en el Calderón en Champions, encadenando dos partidos consecutivos sin ver puerta, hicieron que el pedestal en el que se había instalado el conjunto catalán se desmoronara finalmente como un mero castillo de naipes.
Y este miércoles visita al Deportivo... Y después recibirá al Sporting de Gijón; irá al feudo del Betis, una semana después afrontará el derbi catalán ante el Espanyol y acabará el torneo en Granada. Rivales que deberían ser asequibles para el Barcelona, pero que en este momento representan un túnel de terror.
NO ES LA PRIMERA VEZ QUE SE DESPLOMA EL LÍDER EN ESPAÑA
Las risas han desaparecido. Y al escenario, también, acuden fantasmas de un pasado lejano, como el que derrumbó al Barcelona en la temporada 1981-82, cuando a seis jornadas de acabar el campeonato (se puntuaban las victorias con dos puntos), el equipo dirigido por Udo Lattek aventajaba en cinco a la Real Sociedad.
¿A qué se enfrenta el Barcelona? “Ha pasado de ser el Barça del Tridente, de la MSN, a ser el Barcelona de Luis Enrique”.
En 1981-82, el Barça tenía la Liga ganada a falta de cinco partidos. Y la perdió increíblemente regalando el título a la Real Sociedad. El equipo de Luis Enrique tiene todavía en sus manos que no se repita aquel gran fracaso.
O en el caso del Real Madrid. En la Jornada 30 de la temporada 2003-04. Los merengues vencieron 2-1 en Albacete y lideraba la Liga con 64 puntos, uno por encima del Valencia y con ocho de ventaja sobre Deportivo y Barcelona. A partir de ahí... todo se vino abajo.
El Madrid de Queiroz perdió seis de los siete últimos partidos de Liga de aquella temporada, los últimos seis consecutivamente, y acabó cuarto en un curso en el que conquistó el título el Valencia y que Barcelona y Deportivo también le adelantaron.