Un 25 de mayo, pero de 1933, se estrena la primera película catalogada en México como Cine de Terror; La Llorona (1933), del cubano Ramón Peón con guion de Carlos Noriega Hope y Fernando de Fuentes.
Con una narrativa más de cine de suspenso que de terror, La Llorona se mueve entre una historia de leyenda costumbrista que cuentan con un par de secuencias que son aterradoras para la época (y actualmente también) en una cinematografía que apenas estaba hablando y afinando las cuestiones técnicas para lograr contar las historias; y siendo esta la primera de “terror” el mismo Peón se exigía llegar lo más lejos posible para el tiempo.
Por lo mismo y en cuanto a las interpretaciones, sobra decir que las actuaciones vienen arrastrando los modos del cine mudo donde los actores gesticulan mucho dándole al cuerpo más intensidad que a la voz para reforzar las escenas de drama, espanto o resolución. Lo que resulta fascinante porque estamos frente a una película que sirvió de puente para las siguientes del género en las que había que resaltar las sensaciones de terror de forma más adecuada al nuevo recurso de la voz en un entorno diferente al teatro.
Y es de resaltar las interpretaciones de Antonio R. Frausto y Carlos Orellana que se notaban no tan contenidas ni dada a la exageración debido a que ya habían tenido ambos una participación importante en Santa (1931) permitiéndoles una forma de llevar a sus personajes de manera más natural a la nueva forma de filmar en México. Aun así, y con todas las limitantes de la nueva forma de contar historias, esta es una bella referencia a la tradicional leyenda de la Llorona, a la traición amorosa y a la venganza como recurso definitivo contada en tres partes de tres épocas diferentes en 60 minutos de duración.
Aunque yo soy de la opinión que el género del terror se inaugura con El fantasma del convento (1934) del veracruzano Fernando de Fuentes, La Llorona es un documento bien intencionado y honesto de un cine que dio el primer paso a una tradición de horror nacional que aterró a muchas generaciones después de ese 1933 y hasta la fecha con propuestas muy variadas y de miedo adecuado a los tiempos en que fueron exhibidas.
Y dado que no hay forma de obtenerla en México porque los derechos de comercialización están en los EU, la plataforma streaming de Clarovideo la tiene disponible a sus suscriptores en una versión remasterizada en sonido y mejoría en imagen.