Está aquí: HomeEspectáculosMexicanos en Cannes, de El Indio Fernández a la generación dorada
Sábado, 16 Mayo 2015 19:18

Mexicanos en Cannes, de El Indio Fernández a la generación dorada

 

El Festival Internacional de Cine de Cannes, uno de los más importantes del mundo actualmente, recibe una delegación de la cinematografía mexicana encabezada por Michel Franco, con su filme Chronic, que compite por la Palma de Oro, y a David Pablos, con Las elegidas, en la sección Una Cierta Mirada, quienes buscan alcanzar las glorias que otros cineastas nacionales han logrado en el festival francés.

Para 1946, en la primera edición del Festival de Cannes, México vivía un momento deslumbrante en el cine. Prueba de ello fue la participación en el certamen con el clásico de Emilio “El Indio” Fernández, María Candelaria, que se llevó el Gran Prix, como era conocido el premio principal en ese entonces, junto a otras 10 películas, consideradas las mejores del año. Esa misma edición Gabriel Figueroa se llevó el galardón a la Mejor Fotografía.

El mismo Fernández regresó a Cannes en dos ocasiones más, la primera en 1949 con Pueblerina, con la que ganó el Premio a la Contribución Musical y luego a Mejor Narración Visual por La red, en 1953.

LUIS BUÑUEL. En esa época, también fue Cannes el que vivió el regreso a Europa de Luis Buñuel, quien se exiliaba en México, desde donde filmó Los olvidados. La cinta llegó a Francia en 1951, precedida de críticas y censura en México. Sin embargo para el certamen fílmico significó el regreso a un cineasta del que no conocían su obra desde Un perro andaluz (1928) y La edad de oro (1930), para entregarle el premio al Mejor Director.

Buñuel regresó varias ocasiones con producciones mexicanas. Lo hizo con Subida al cielo (1952) y luego con la historia obsesiva de Él (1953), sin obtener premios, hasta que en 1959 Nazarín lo volvió a incluir en el palmarés, al recibir el llamado Premio Internacional y un año después una mención especial por La joven, una de las dos únicas películas que Buñuel filmó en inglés y que fue una coproducción de México y Estados Unidos, a través de los Estudios Olmeca.

Sin embargo, la máxima presea la alcanzó en 1961 al recibir la Palma de Oro por  la cinta hispanomexicana Viridiana, el premio más importante que no se ha vuelto a repetir por alguna cinta mexicana. La historia del Buñuel que hacía cine en México con Cannes terminó sin más galardones pero presentó en 1962 El ángel exterminador.

Las otras estrellas. Además de Buñuel, en la década de los años 50, cuando se vivió la transición de ser el Gran Prix a la Palma de Oro, México tuvo otros aspirantes de los cuales solo destacó el Premio Fipresci, que entrega la prensa internacional, para la cinta Raíces, de Benito Alazraki. Sin embargo cabe destacar que también estuvieron en competencia por el máximo galardón otras como El vagabundo (1953), de Rogelio A. González y Gilberto Martínez Solares, con Germán Valdés “Tin Tan”, y en 1960, Macario de Roberto Gavaldón, con Ignacio López Tarso.

El último premio importante de la época lo recibió precisamente el amigo y colaborador de Luis Buñuel, Luis Alcoriza, que recibió el premio Fipresci en 1965 por su filme Tarahumara, sobre las tierras indias que habían conmocionado a Antonin Artaud.

Desde entonces, hubo un largo periodo sin que la cinematografía mexicana figurara en Cannes. Sólo dos cineastas se colaron en la máxima competencia: Arturo Ripstein, en 1974, con El santo oficio, y en 1976, Miguel Littin, con Actas de Marusia; ninguno de los dos ganó en su participación.

Se acaba la sequía. Después de 30 años, fue el joven Carlos Carrera el que volvió a poner en el palmarés a México con su cortometraje animado El héroe, por el que recibió la Palma de Oro en esa categoría, en 1994. Año en el que también México volvió a tener un contendiente en la máxima competencia con La reina de la noche, de Arturo Ripstein, quien volvería una vez más en 1999 con la adaptación de El coronel no tiene quien le escriba.

A partir de entonces surgió una nueva generación de cineastas mexicanos que han sido considerados en el certamen por su trabajo en la justa principal y secciones paralelas, como el caso de Luciana Jauffred Gorostiza, que ganó el tercer lugar de la competencia Cinéfondation, por Rebeca a esas alturas, en el 2003.

Generación dorada. Aunque Guillermo del Toro debutó en el Cannes en la Semana de la Crítica de 1990, la generación dorada del cine mexicano comenzó a dar frutos en el festival cuando el escritor y director Guillermo Arriaga obtuvo el premio al mejor guión por Los tres entierros de Melquíades Estrada de Tommy Lee Jones, en 2005.

El año siguiente, otro guión de Arriaga, Babel, le valió a Alejandro González Iñárritu, el premio al Mejor Director, en la misma competencia en la que también se encontraba El laberinto del Fauno de Guillermo del Toro y una película más cruda, El violín, de Francisco Vargas, se alzó con el premio de interpretación masculina de la sección Un Certain Regard, gracias a Ángel Tavira.

En 2007, tocó el turno a Carlos Reygadas, quien obtuvo el Premio del Jurado con Luz silenciosa, una historia de conflicto amoroso de menonitas de Chihuahua. Antes ya había competido por la Palma de Oro con su filme Batalla en el cielo, en el 2005.

En 2010, mientras Javier Bardem era galardonado por su interpretación en Biutiful, de González Iñárritu, la película mexicana Año bisiesto de Michael Rowe conquistaba la Caméra d’or. Y posteriormente en el 2012, Carlos Reygadas ganaría como Mejor Director por su filme Post Tenebras Lux, categoría en la que repetiría Amat Escalante un año más tarde por su filme Heli.

Finalmente, con su ópera prima Daniel y Ana, Franco compitió en la sección Quincena de realizadores en 2009, pero fue en el 2012 cuando ganó la categoría Una Cierta Mirada con Después de Lucía y también está el caso del español Diego Quemada-Diez quien recibió una mención especial, en la misma categoría, por La jaula de oro, cuyo elenco se llevó el premio a las mejores actuaciones de la sección.

 

VIDEO DE INTERÉS

BANNERS DERECHA