LA HABANA, Cuba (AP) — Fue un breve momento, de apenas unos segundos: dos presidentes estrechándose las manos e intercambiando cumplidos en medio de un grupo de líderes que se reunieron el martes durante las honras fúnebres de Nelson Mandela.
Es algo que difícilmente hubiera sido digno de atención, excepto que los hombres que se estaban dando la mano en Johannesburgo, Sudáfrica, eran el presidente estadounidense Barack Obama y su homólogo cubano Raúl Castro, cuyas naciones han quedado atrapadas por el antagonismo de la Guerra Fría durante más de cinco décadas.
Más de medio siglo después que Washing-
ton cortó relaciones diplomáticas con La Habana, tales gestos entre los líderes de ambos países han sido sumamente raros. Los funcionarios estadounidenses suelen esforzarse por evitar cualquier encuentro con líderes cubanos, incluso al pasar junto a ellos.
Cuando los ex presidentes Fidel Castro y Bill Clinton se estrecharon la mano durante un almuerzo en la Cumbre del Milenio de 2000, el líder cubano dijo que Clinton era el primer estadounidense que había tenido ese gesto.
A pesar del apretón de manos del martes, Obama formuló una crítica implícita a gobiernos como el cubano cuando dijo que “hay muchos que expresan solidaridad con la lucha de Madiba por la libertad, pero no toleran el disenso de su propio pueblo”. El mandatario se refirió a Mandela por el nombre de su clan.
En su discurso, Castro elogió a Mandela como “símbolo supremo de dignidad y de consagración inclaudicable a la lucha revolucionaria por la libertad y la justicia; como un profeta de la unidad, la re-conciliación y la paz”.
Un sencillo y cordial gesto posiblemente no borrará la mala sangre que data del gobierno de Eisenhower. Pero en un año donde ambas partes han dado pequeños pasos para mejorar la relación, el saludo de mano atizó el tema de la reconciliación.
“Por un lado, uno no debe esperar demasiado de esto. Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos no van a cambiar mañana porque ellos se dieron la mano”, dijo Geoff Thale, experto en Cuba en Washington Office on Latin America, un centro de análisis estadounidense.
El analista contrastó el momento con lo que sucedió en una cumbre en 2002 donde el entonces presidente mexicano Vicente Fox le pidió a Fidel Castro que evitara estar en el mismo lugar que el expresidente George W. Bush.
“Lo realmente importante aquí es el contraste”, indicó Thale. “Es una modesta señal esperanzadora y se construye en los pequeños pasos que ellos están dando”.
Pero no todos se alegraron.
“Algunas veces, un apretón de manos es sólo eso”, dijo Ileana Ros-Lehtinen, congresista cubano-estadounidense de Florida. “Pero cuando el líder del mundo libre estrecha la mano ensangrentada de un dictador despiadado como Raúl Castro, eso se vuelve una propaganda para el tirano”.
Pero algunos en La Habana manifestaron su optimismo por el acercamiento.
“Yo, como cubana, me siento impactada y me agrada. Ojalá que las relaciones se estrechen”, dijo Ana Lidia Aguila, empleada de la Oficina del Historiador de la capital cubana.