El excanciller alemán Gerhard Schröder acusó hoy a Estados Unidos de "no respetar" ni a Alemania ni al resto de sus aliados, tras revelarse que él mismo estuvo entre los líderes a los que el espionaje estadounidense pinchó el teléfono.
"EU no tienen el menor respeto hacia un aliado leal ni hacia la soberanía de nuestro país", apuntó hoy Schröder al diario "Bild" en relación a las informaciones que apuntan a que, en sus tiempos en la Cancillería (1998-2005), se espiaron sus comunicaciones.
El excanciller afirma asimismo que "nunca hubiera esperado semejante proceder" de Estados Unidos y que, aunque es sabido que los Estados "se espían mutuamente", hacerlo con el teléfono "de una o un canciller" es "ir demasiado lejos".
En el fondo del problema hay "una monstruosa desconfianza de los estadounidenses hacia un aliado que ha mostrado un altísimo grado de solidaridad, como fue el caso de Alemania en relación a la misión en Afganistán".
Schröder argumenta, asimismo, que el no de su gobierno a participar en la guerra de Irak -posible motivo del espionaje- estaba sustentado en "buenas razones" y que Washington hubiera debido respetar esa decisión, en lugar de escuchar sus comunicaciones.
Las declaraciones del excanciller siguen a la información difundida ayer por el diario muniqués "Süddeutsche Zeitung", en que se afirma que los servicios de inteligencia de EE.UU., no solo espiaron a la canciller Angela Merkel sino también a su antecesor.
Según dicho medio, la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) empezó con las escuchar a raíz del no del gobierno socialdemócrata-verde de Schröder, con Joschka Fischer como ministro de Exteriores, a participar en la guerra de Irak, en 2002 y con George W. Bush en la presidencia de EE.UU.
Estas informaciones siguen a las revelaciones del año pasado, a partir de los documentos del extécnico de la NSA Edward Snowden, según las cuales el espionaje estadounidense pinchó durante años uno de los celulares de Merkel.
Esta cuestión ha enturbiado la relación entre Washington y Berlín y ni siquiera unas recientes declaraciones de Barack Obama, asegurando que mientras sea presidente no se va espiar nunca más a Merkel, han logrado zanjar el contencioso.
El gobierno de la canciller ha intentado forzar a Washington a acordar un tratado de no espionaje mutuo, pero por el momento no se han logrado grandes avances en este ámbito por las reticencias estadounidenses a cerrarse puertas.
Incluso se ha rumoreado que la iniciativa podría haber fracasado totalmente, algo que Berlín ha negado, alegando que las negociaciones son lentas y complejas.