Marco Rubio, la gran esperanza de la dirigencia republicana para evitar el “desastre” de ver al extremista Donald Trump como candidato presidencial, se apagó ayer definitivamente. El senador por Florida anunció casi sin poder aguantar las lágrimas que renuncia a su sueño de ser presidente de Estados Unidos, “quizás para siempre”.
El culpable de su derrota ha sido precisamente Trump, quien humilló al senador de origen cubano con una aplastante victoria en las cruciales primarias republicanas de Florida, de la que se llevará los 99 delegados que estaban en juego.
El segundo Supermartes habría sido casi definitivo para Trump, que ganó también Illinois y Carolina del Norte, y peleó voto a voto Missouri a Ted Cruz, si hubiese logrado amarrar también Ohio. La victoria al final fue para el aspirante republicano más moderado, John Kasich, quien obtuvo su primera victoria en esta temporada de primarias.
“Sólo dos”: Cruz. Tras la caída de Rubio, Cruz consideró que la carrera republicana es cosa de Trump y él, por lo que pidió su apoyo y el de sus seguidores para derrotar al magnate.
“Desde mañana cada republicano tiene una elección clara, solo dos campañas tienen un camino plausible a la nominación. Los recibimos con los brazos abiertos”, dijo a los seguidores de Rubio, con la esperanza de que todo el voto contrario a Trump se aglutine ahora en torno a él.
Según Cruz, “nadie más tiene la capacidad matemática; sólo una campaña ha vencido a Trump una y otra vez a lo largo y ancho del país desde Alaska hasta Maine”, argumentó, en alusión a su propia campaña.
Cruz ignoró así al gobernador de Ohio, John Kasich, uno de los protagonistas de la noche al vencer en su estado a Trump y negarle así 66 delegados que habrían sido claves en su camino a la nominación.
Evitar mayoría absoluta. La esperanza del “establishment” republicano no es que Kasich haga algo matemáticamente imposible como vencer a Trump, porque los mil delegados que quedan en juego no son suficientes para que logre la mayoría necesaria ni en el mejor de los escenarios.
Lo que busca el aparato republicano, y también Kasich, es evitar que el magnate se haga con esa mayoría y, por tanto, el candidato se elija en una convención disputada.
Ese escenario, que no ocurre desde 1976 y que cada vez es más plausible, al no tener nadie la mayoría, los delegados votarían libremente y podría incluso presentarse un candidato que no haya participado en las primarias.
Cruz prefiere vencer a Trump antes de la Convención Nacional Republicana de julio, consciente de que no cuenta con el favor del núcleo tradicional del partido, que podría presentar un nuevo candidato de su gusto en esa reunión.
Clinton vuela. En el campo demócrata, Hillary Clinton prácticamente amarró la candidatura presidencial tras ganar en Florida, Ohio, Carolina del Nort, Illinois y empatar con Bernie Sanders en Missouri.
Desde Florida, Clinton declaró a sus entusiastas seguidores: “Con su voto han contribuido a que este país sea mejor mañana de lo que era ayer”.