El proceso para abrir un juicio político a la presidenta brasileña Dilma Rousseff superó hoy una fase decisiva, cuando una comisión especial parlamentaria aprobó enviar el caso al plenario de la Cámara Baja, donde podría ser votado este mismo fin de semana.
Por 38 votos a favor y 27 en contra, la comisión especial compuesta por 65 diputados aprobó el informe del diputado relator, en favor del proceso a Rousseff, al considerar que la mandataria cometió un “crimen de responsabilidad” en la gestión de las cuentas públicas de 2014.
La votación supone una derrota para Rousseff, cuyo gobierno y su organización, el Partido de los Trabajadores (PT), ya preveían que perderían la oportunidad de frenar el proceso en la comisión especial, aunque con un resultado menos adverso al registrado.
La tumultuosa y extensa sesión de la comisión especial, que duró casi diez horas, puso de manifiesto la extrema polarización política en Brasil.
Los aliados y el PT acusaron a la oposición de “golpista”, por querer obtener el poder sin el respaldo de las urnas y por medio de un proceso sin fundamentos jurídicos, mientras que los grupos contrarios al Ejecutivo calificaron de corrupto e irresponsable al gobierno.
La votación envía el proceso al plenario de la Cámara Baja, donde se necesita el voto de dos tercios de los diputados (342 de 513) para prosperar y ser enviado al Senado, donde en su fase definitiva, una comisión analizará la eventual apertura del llamado “impeachment” y la suspensión de Rousseff del cargo por 180 días.
El exmandatario Luiz Inacio Lula da Silva, cuya toma de posesión como ministro fue suspendida por el Supremo Tribunal Federal, lleva semanas negociando con formaciones aliadas el voto de diputados en el plenario para impedir el juicio político.
Sondeos y encuestas indican que la oposición carece de los 342 votos necesarios, pero tampoco Rousseff tiene garantizados los 172 exigidos para frenar que el proceso vaya al Senado, por lo que la incertidumbre y polarización en Brasil es enorme.
En este clima de inestabilidad y confrontación política fue instalada una valla en la explanada a las puertas del Parlamento, en previsión de que el voto en el plenario de la Cámara Baja este fin de semana atraiga a decenas de miles de manifestantes a favor y contra del juicio político.
Mientras tanto, la filtración de una grabación del vicepresidente Michel Temer, en la que ensaya un discurso para una hipotética destitución de Rousseff, encendió aún más el clima político en Brasilia.
Temer, que lleva semanas alejado de los focos mediáticos y rehúye participar en actos del hobierno, pese a ser el número dos en la escala de poder, dice en el audio que su misión es la “pacificación y unión del país”.
Formulado como si el proceso de juicio político ya hubiera sido aprobado y se dispusiera a ser votado en el Senado, el discurso es un mensaje “al pueblo brasileño”, en el que Temer se declara “preparado para enfrentar graves problemas que afligen a nuestro país”.
“Desde hace más de un mes me recogí para no aparentar que estaría cometiendo un acto con vistas a ocupar el lugar de la señora presidenta de la República”, dice Temer, quien según la Constitución asumiría la presidencia hasta 2018 si Rousseff fuera destituida.
“El cambio puede provocar esperanza”, señala Temer, que evoca la posibilidad de “muchos sacrificios” y de un “Gobierno de salvación nacional” para reactivar la economía.
Minutos después de la filtración, el gobierno reaccionó de forma enérgica.
“Estoy estupefacto”, comentó el ministro de la secretaría de Gobierno, Ricardo Berzoini, quien señaló que “ese audio demuestra las características golpistas del vicepresidente”.