La ONU cerró ayer su primera cumbre sobre drogas en casi dos décadas dividida entre países que dan por muerta la llamada lucha contra las drogas y otros que se oponen frontalmente a dejar atrás esas políticas.
Durante tres días de reuniones en Nueva York, Latinoamérica se alzó como la voz más clara en favor de una nueva era en las estrategias globales antidroga. Para muchos países de la región, una de las más castigadas por el narcotráfico, ha llegado el momento de cambiar de enfoque y sustituir las políticas represivas por otras que tengan en el centro los derechos humanos y las cuestiones de salud pública.
“Es hora de replantear”. “Si hemos aplicado una receta basada principalmente en la represión por tanto tiempo sin resolver el problema, es hora de replantear el tratamiento”, resumió hoy el presidente colombiano, Juan Manuel Santos.
Colombia fue junto a México y Guatemala el gran impulsor de esta sesión especial de la Asamblea General de la ONU, una cita que ha reunido a todos los países del mundo para analizar el problema de las drogas.
Tras décadas centrándose en la mano dura frente a los estupefacientes, parte de la comunidad internacional ha comenzado a experimentar en los últimos años con otros enfoques, como la despenalización del consumo, el apoyo a los adictos o la regulación de la marihuana.
“El consumo de drogas es un problema de salud pública y como tal no amerita un tratamiento criminal”, insistió Santos, que defendió que “las cárceles son para delincuentes, no para adictos”.
Por su parte, Steve Rolles, experto de la organización Transform Drug Policy Foundation, dijo que “el consenso sobre la guerra a las drogas está muerto. Como deberían, los Estados miembros de la ONU están mirando a soluciones pacíficas para controlar las drogas”.
Es el caso de México, donde el presidente Enrique Peña Nieto firmó ayer el uso medicinal de la marihuana y dejar de criminalizar el consumo al elevar de 5 a 28 gramos la cantidad que pueden portar los ciudadanos. Ese tipo de normas están ya en vigor en buena parte de Europa y también en numerosos estados de Estados Unidos, país que fuera en su día gran impulsor de la guerra al narcotráfico.
Aunque EU no reniega oficialmente de una guerra que ese país inició e involucró a todo el mundo, las cosas han cambiado mucho en los últimos años, en los que el presidente Barack Obama ha apostado por reducir las penas por estupefacientes y varios estados han legalizado la marihuana.
Pena de muerte. A día de hoy, la postura de dureza la representan países como China, Rusia y, especialmente, varias naciones de Asia que castigan incluso con la pena de muerte los delitos de drogas.
Esa gran división es lo que ha impedido a Naciones Unidas dar pasos más ambiciosos hacia la reforma del sistema internacional antidroga. Por eso, para algunos defensores de cambiar radicalmente de estrategia la cumbre que se cerró ayer fue una “oportunidad perdida”, tal y como hoy aseguró el magnate británico Richard Branson, miembro de la Comisión Global sobre Drogas.