Ciudad de México, 23 de diciembre (SinEmbargo).- Las reformas estructurales enviadas al Congreso de la Unión integraron siempre los discursos del Presidente de México, Enrique Peña Nieto, en su primer año de gestión. Pero en el trajín de las justificaciones de la necesidad de estas enmiendas, el jefe del Ejecutivo dejó de hablar de los pobres de México, las víctimas mortales de la inseguridad, los hombres y mujeres mancillados en sus derechos humanos y la desaceleración económica. Aun cuando el entorno fuera la Cultura, como ocurrió en el Colegio Nacional, el 28 de octubre; o el Deporte, como pasó con la entrega del Premio Nacional el 1 de diciembre, Peña Nieto dijo una y otra vez que las modificaciones a la Constitución permitirían impulsar el desarrollo nacional. Pero de los otros temas, ni hablar. Y esta política de silencio tiene relación justo con los problemas que más preocupan a los mexicanos, según la primera Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), levantada en 2011 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Inseguridad (víctimas mortales), desempleo (economía) y pobreza quedaron a la cabeza de la lista obtenida en los cuestionarios del Inegi. La inseguridad ganó sobre la pobreza. Seis de cada diez personas respondieron que ese era el asunto más acuciante en sus vidas. Cinco de cada diez, expuso que la pobreza. ¿Qué pasa cuando un Primer Mandatario deja de hablar de ciertos asuntos? Hugo José Suárez, analista de Discursos Políticos, del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), expone que con su silencio, el Presidente plantea una cuestión que lo puede perseguir en los años por venir: “Si el discurso siempre enuncia algo y oculta otra cosa, ¿por qué hay temas de los que no quiere hablar?” A decir de Eruviel Tirado, director del diplomado de Seguridad de la Universidad Iberoamericana, no mencionar cifras en cuanto a las víctimas mortales de la inseguridad podría permitir una disminución en la percepción del fenómeno, pero la estrategia conlleva el riesgo de que los problemas no desaparezcan y al final, se vivan, se perciban, como ocurre con la violencia. Ahora, detrás del hecho de que Peña Nieto hable más de las reformas que de ningún otro tema, hay una intención: “Lo más atractivo analíticamente es mostrar cómo en algunas ocasiones el discurso del poder crea falsos dilemas que son su caballo de batalla. Por ejemplo, privatizar Pemex o no; una opción es la fabulosa y la otra es la desastrosa. Nadie habla de una opción C u otro tipo de acentos. Cuando un gobierno lleva discursivamente a la nación a un falso dilema, prepara todos los mecanismos para que la solución venga de su iniciativa”, explica Hugo José Suárez, de la UNAM.
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