La droga conocida como cristal y que hasta hace unos meses empezó a comercializarse en la capital, pero que también ha sido decomisada en cantidades considerables, proviene de los estados de Jalisco, Michoacán y Durango, según las fuentes de información de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua, que establecen que son de esos lugares de donde la están importando, ya sea por carretera o paquetería, dijo el fiscal de la zona centro, Sergio Almaraz. En su momento, el fiscal de la zona sur también reconoció que esa droga sintética llegó a Parral y comenzó a distribuirse. Las detenciones que hicieron y el aseguramiento de droga les hizo ver que la venta de ese narcótico había rebasado incluso a la mariguana.
Un kilo de cristal no es una condición voluminosa particularmente si se disemina en dosis, así que es un producto fácilmente transportable sin que se pueda advertir que sea notorio. En las últimas investigaciones se les ha hecho el referente de este tipo de suministros de narcóticos a través de paqueterías, es una investigación que se analiza y se está robusteciendo, pero lo que se deja en claro es que la institución establece que hay una mecánica de suministro a través de esta fuente; “obviamente utilizando el número de volumen, la falta de supervisión de algunas empresas que puedan verse sorprendidas por usuarios de estos mecanismos de envíos, para poder entre algunos otros objetos enviar este tipo de droga”, comentó.
Señaló que la actividad de narcotráfico no deja de tener los fines de un negocio, como se oferta el mercado. “Alguna vez establecimos en registros de inteligencia de cómo se empezó a colocar este narcótico, a través de suministros gratuitos en las colonias; este cruce información permitió también una confrontación entre los grupos delincuenciales, donde lucharon por el territorio, como fue el posicionamiento durante la crisis de inseguridad en el 2010 y 2011, en que esta pugna de territorio también se estableció con la de ciertos narcóticos, como fue la colocación del cristal”.
Sergio Almaraz mencionó que el grado de consumo que se estableció en ese momento generó el tener personas adictas a este narcótico, que tiene un grado de adicción de dos o tres años, y que el deterioro del nivel de vida tiene un inconveniente para la sociedad, porque son personas que dejaron de ser productivas y que se dedican a delinquir para sostener su adicción.
El costo de una dosis fluctúa entre los 100 a 150 pesos, a efecto de inhalarse o vía intravenosa. Hay gente que consume de cinco a seis veces al día, lo que los hace altamente recurrentes a cometer más delitos para poder sostener el pago a sus necesidades adictivas.