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Miércoles, 03 Septiembre 2014 01:29

Cicuta Destacado

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Jaime Flores Martínez

Precoz

Saturada por la cantidad de críticas lanzadas en su contra, la subdirectora de Transporte SCT Sandra Berenice Ávila Piñuelas parece decidida a adelantar su retiro. ¿Acaso jubilarse anticipadamente no es una salida digna?

 

Cicuta conoció que la semana pasada la señora Ávila Piñuelas solicitó oficialmente su prematura jubilación. Cierto que esta funcionaria todavía no cumple con el tiempo requerido, aunque tiene la posibilidad de lograrlo. ¿Estaría de acuerdo el titular de la SCT en Baja California?

 

Y es que aunque sus compañeros no tienen la certeza, sus ahijados políticos intercambian miradas de desconcierto ante la posibilidad que su madrina emprenda el vuelo. Sandra Berenice (funcionaria conocida entre sus incondicionales como “la Nina”)es la encargada de manejar la Secretaría de Comunicaciones y Transportes en Baja California, donde el titular es el arquitecto Alfonso Padres Pesquera.

 

Se supone que Padres firma toda la documentación que Sandra Berenice le pone por enfrente. Desde hace más de una década, la señora Ávila coloca a sus incondicionales en puestos clave para engordar un cochinito que debió reventar en varias ocasiones. Gente malpensada le llama corrupción.

 

Atribulado al conocer la intención de Sandra Berenice, Padres solo alzó los hombros para avalar su eventual salida. De cualquier forma él mismo espera la oportunidad de regresar a Tijuana donde se incorporaría al servicio público municipal. Ya no soporta las altísimas temperaturas de Mexicali.

 

Aparentemente ya ventiló el caso de su inhabilitación. A inicios del 2008 el panista Jorge Ramos maniobró para evitar que ejerciera el servicio público en un tiempo perentorio. Ni sus amigos saben si Padres ya puede ingresar legalmente a los Estados Unidos.

 

Justamente durante la época del Ramos, Padres y otros dos funcionarios fueron interceptados en la Línea internacional donde oficiales norteamericanos destruyeron sus pasaportes

 

Papelón

 

Encandilado por los reflectores del poder, el secretario de Seguridad Pública de Tijuana Alejandro Lares Valladares “se va de boca” animado por sus propios pies.

 

Resulta incomprensible que la tarde del jueves 21, el señor Lares demostró ausencia de oficio al interceptar un convoy donde viajaba un grupo de magistrados y jueces federales. Al observar tres vehículos blindados modelo Cherokee con placas nacionales, el secretario Lares ordenó a sus escoltas marcarles el alto para someterlos a una revisión.

 

El mismo secretario encabezó y ordenó a los ocupantes de esas camionetas descender de los vehículos para revisarlos, aunque nunca esperó quedarse con un palmo de narices. Los tripulantes de las Cherokees se morían de la risa al observar un rostro que semejaba el acero inoxidable. Sin descender de las unidades, los oficiales federales externaron su extrañeza pues no entendían porque los uniformados no identificaron las camionetas.

 

Además de ser vehículos oficiales, lucen el mismo color y todos portan matrícula del Estado de México.

No es posible que ninguno de ellos se diera cuenta que esos tres autos blindados son utilizados permanentemente para el traslado de jueces federales. Evidentemente avergonzado de cometer tamaño Oso, el secretario Lares les regaló una sonrisa. Solo le faltó mirar al cielo y chiflar distraído.

 

¿Inteligencia?

 

A propósito del secretario Lares, hace una semana, su director de Inteligencia Carlos Gómez Miguel cometió su enésimo abuso a unos metros de la entrada principal del Palacio Municipal.

 

Pasada la una de la tarde del viernes 22, Gómez Miguel interceptó a un par de personas que cruzadas de brazos esperaban en el estacionamiento asignado a los delegados municipales. Con lujo de violencia policías vestidos de civil comandados por Gómez Miguel esposaron a los jóvenes y los treparon en la caja de una camioneta tipo patrulla.

 

Al salir de una reunión en el Palacio Municipal, el delegado de Cerro Colorado arquitecto Pablo Gerardo observó que su chofer y su ayudante estaban esposados en la caja de aquella camioneta. De inmediato se acercó a pedir a los policías que bajaran a sus muchachos.

 

Pablo Gerardo se identificó como delegado de Cerro Colorado, aunque solo recibió una prepotente actitud del señor Gómez Miguel. Ahí le explicó que los detenidos pretendían robarse la camioneta el secretario Alejandro Lares Valladares estacionada en ese sitio.

 

El delegado municipal aclaró que eran sus empleados y le pidió ponerlos en libertad. Con actitud insolente, Gómez Miguel lanzó un desafío al advertirle que se los llevaría detenidos. Él solamente respondía a las órdenes del secretario Lares.

 

Testigos afirman que Pablo Gerardo se trepó en la camioneta patrulla para mostrar su decisión al policía, pues “también tendrían que detenerlo”. Tan seguro se mostró el delegado, que el director de inteligencia metió reversa en su alevosa intención. Allí ordenó a sus muchachos que bajaran a los detenidos, incluido el delegado de Cerro Colorado.

 

Ah vale aclarar que Carlos Gómez Miguel cuidaba celosamente el flamante vehículo, propiedad del secretario Alejandro Lares, que está estacionado a unos metros de la puerta principal del Palacio Municipal. Pobre de aquel que voltee a ver la lujosa camioneta porque corre el riesgo de ser detenido por el cuidador especial.

 

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