Está aquí: HomeLocalesEn llamas

En llamas

Gerardo Fragoso

 

Ciudad de México.- Durante sus primeros seis meses, el gobierno de Enrique Peña Nieto se afanó en demostrar que no encarnaba, ni al viejo PRI, ni a la clase política de la cual venían huyendo los 16 millones que votaron por Andrés Manuel López Obrador, a quienes les guiñó el ojo, una y otra vez, la entonces flamante administración federal.

Llegó la detención de Elba Esther Gordillo Morales, como presunta prueba de que ya no había intocables; luego, el despido del procurador Federal del Consumidor, Víctor Humberto Benítez Treviño -tras el alarde de su hija, Andrea Benítez González, de mandar a clausurar un restaurante en el Distrito Federal-, para mostrar que la prepotencia había sido desterrada del actuar tricolor.

Y después, el manejo de la crisis generada por las manifestaciones de la CNTE en el Distrito Federal, donde la tolerancia se hizo anchurosa, para demostrar que el priismo ya no reprimía, que prefería aguantarlo todo antes que acallar una expresión de inconformidad.

Pero, con la aprobación de la parte constitucional de la reforma energética, todo cambió.

Pudo ser que, al ver el diminuto músculo que mostró el lopezobradorismo para oponerse a dicha enmienda, el Presidente de la República y los suyos decidieron que no había necesidad de ser tan bien portados. O, tal vez, al conseguir el mayor objetivo que se habían planteado, recordaron aquel dicho soterradamente soez, pero indudablemente cierto: "Prometer hasta meter...".

El caso es que, a partir de ahí, conocimos un gobierno diferente y a otro Peña. Comenzaron los -innecesarios- alardes de Angélica Rivera Hurtado, quien cada día se parece más a Carmen Romano Nolk. También la negativa a reconocer errores. Y luego, la soberbia empezó a invadir a la administración federal priista, como la niebla a una noche fría.

Lo del jueves es apenas la viñeta más reciente de una larga cadena de fallas. El Presidente de la República recicló la idea de las policías estatales únicas, que data del calderonato, y deslizó otra, peligrosamente centralista, para decretar la desaparición de poderes en municipios "infiltrados" por el narcotráfico. Pregunta: ¿Hay alguno que no lo esté? Otra: ¿Y cuáles serán los candados para que, digamos, un gobernador o el propio gobierno federal no se deshagan, mediante esta vía, de alcaldes incómodos?

El resto de aquel discurso fueron lugares comunes. Ya ni gracia tiene que el presidente se haya adherido a lo de "Todos somos Ayotzinapa". En su boca se oye falaz, electorero. Además, el mandatario debe entender que él no se puede sumar a exigencia ninguna por una simple razón: Está del otro lado del mostrador, es quien tiene que resolver las cosas.

Supongo que Peña y los suyos están confiados de que su sostén no somos los millones que vivimos en este país, sino la voluntad de Barack Obama y que, mientras tengan esta, ya pueden venir 30 Ayotzinapas y todas las manifestaciones imaginables e inimaginables, que seguirán ahí hasta el 30 de noviembre de 2018.

Y si eso piensan, tienen razón. Probablemente, la reforma energética sea suficiente para que Obama no tenga problema en ver la casa de los vecinos ardiendo. Al menos, mientras la altura de las llamas no signifiquen un peligro.

BELTRONES

La semana pasada, el coordinador de los diputados federales del PRI en la cámara de Diputados de la 62 legislatura del Congreso de la Unión, Manlio Fabio Beltrones Rivera, demostró que su alargada estatura como bróker es proporcionalmente inversa a su talla como mexicano.

Beltrones encaja perfecto en el saco de esos políticos que Gabriel Ricardo Quadri De La Torre puso en el grupo de los que "han estado, por años, obsesionados con el poder".

Y en esa fijación, alguien no tuvo empacho de soltar y operar, en los medios, el borrego de que sería nombrado secretario de Gobernación o presidente de una comisión encargada de restaurar el estado de derecho, pese a que el país no está para esas cosas. Borrego, extrañamente, apoyado por el senador Ernesto Ruffo Appel, quien parece que está cultivando nuevas amistades en la Ciudad de México.

Poner a Beltrones, que es un hombre con más oscuros que claros, al frente de una comisión que restaure la justicia en México, no solo hubiese sido desacertado, sino esquizofrénico y enfermo.

Pero todo vale, para algunos, cuando quieren el poder.

t-size:� e i � �� tyle: inherit; font-variant: inherit; font-weight: inherit; font-stretch: inherit; line-height: 1.4em; vertical-align: baseline;">El resto de aquel discurso fueron lugares comunes. Ya ni gracia tiene que el presidente se haya adherido a lo de "Todos somos Ayotzinapa". En su boca se oye falaz, electorero. Además, el mandatario debe entender que él no se puede sumar a exigencia ninguna por una simple razón: Está del otro lado del mostrador, es quien tiene que resolver las cosas.

Supongo que Peña y los suyos están confiados de que su sostén no somos los millones que vivimos en este país, sino la voluntad de Barack Obama y que, mientras tengan esta, ya pueden venir 30 Ayotzinapas y todas las manifestaciones imaginables e inimaginables, que seguirán ahí hasta el 30 de noviembre de 2018.

 

Y si eso piensan, tienen razón. Probablemente, la reforma energética sea suficiente para que Obama no tenga problema en ver la casa de los vecinos ardiendo. Al menos, mientras la altura de las llamas no signifiquen un peligro.

 

BELTRONES

 

La semana pasada, el coordinador de los diputados federales del PRI en la cámara de Diputados de la 62 legislatura del Congreso de la Unión, Manlio Fabio Beltrones Rivera, demostró que su alargada estatura como bróker es proporcionalmente inversa a su talla como mexicano.

 

Beltrones encaja perfecto en el saco de esos políticos que Gabriel Ricardo Quadri De La Torre puso en el grupo de los que "han estado, por años, obsesionados con el poder".

 

Y en esa fijación, alguien no tuvo empacho de soltar y operar, en los medios, el borregode que sería nombrado secretario de Gobernación o presidente de una comisión encargada de restaurar el estado de derecho, pese a que el país no está para esas cosas. Borrego, extrañamente, apoyado por el senador Ernesto Ruffo Appel, quien parece que está cultivando nuevas amistades en la Ciudad de México.

 

Poner a Beltrones, que es un hombre con más oscuros que claros, al frente de una comisión que restaure la justicia en México, no solo hubiese sido desacertado, sino esquizofrénico y enfermo.

 

Pero todo vale, para algunos, cuando quieren el poder.

 

- See more at: http://www.uniradioinforma.com/columnas/columnista/173/columna5913.html#sthash.lVU6Porm.dpuf

VIDEO DE INTERÉS

BANNERS DERECHA