Por Javier Hernández
Esta fábula ilustra, con precisión, la añeja costumbre de los políticos mexicanos por acaparar nuevos cargos públicos de elección, sin haber cumplido con el periodo para el que fueron electos en otro. Abandonar un cargo, para ir por uno nuevo o m ás importante, genera irritación social y se le conoce como "chapulineo".
Un ejemplo, aunque hay varios, es el del candidato del PRI a la presidencia municipal de Tijuana, René Mendívil, quien pidió licencia como diputado local, para contender por la alcaldía, el próximo 5 de junio.
Curiosamente, la analogía entre la realidad política y la fábula tiene varias coincidencias. Al cargo público que disputan los políticos en México, se le llama "hueso", por aquello de tener algo que roer. Otra es que el perro, personaje central de la fábula, ve su imagen reflejada en el agua, con un hueso más grande del que ya tiene y lo tira para ir tras la ilusión óptica acuática. Suelta el hueso real y salta al agua para tomar el hueso ficticio, y hasta entonces se percata que es una fantasía visual reflejada en el agua.
El perro pierde el hueso, pero el político no, porque la Corte ha resuelto que el salto de un cargo a otro es legal, aunque irrite a los ciudadanos. La fábula se titula "El perro y su imagen" y espero que sea de su agrado:
El perro y su imagen
Un perro tuvo la fortuna de encontrar un hueso grande y sabroso y decidió llevárselo a casa para enterrarlo en su jardín y poder comerlo cuando gustase. En el camino, pasó cerca de un arroyo y al asomarse, vio la imagen de un perro con un hueso más grande y sabroso que el suyo.
Viendo tan apetitoso manjar en boca del otro can, pensó en arrebatárselo y así disfrutar de un botín aún mejor del que ahora gozaba. Así que, sin pensarlo dos veces, se abalanzó sobre el agua preparado para luchar con su rival por el trofeo, pero al hacerlo, no encontró rival alguno, puesto que la imagen que había visto no era sino la suya propia reflejada sobre las cristalinas aguas del riachuelo.
Confuso y decepcionado, el perro se dispuso a regresar conformándose con el hueso que había encontrado anteriormente, pero pronto cayó en la cuenta de que, al lanzarse al río, éste había terminado hundiéndose en las profundidades del mismo.
Desencantado y hambriento, el perro regresó cabizbajo entre lamentos. Su ambición le había llevado a perder su valiosa presa por conseguir otra mejor que nunca obtuvo.