Por Octavio Fabela Ballinas
Eso de la verificación vehicular, es quizá, la primera gran mentira de la actual administración estatal.
Nadie en su sano juicio se puede oponer a que vivamos en un ambiente más sano y limpio, pero de eso a que la verificación se vuelva obligatoria para tramitar el canje de placas, se apruebe o repruebe, pues hay un mundo de diferencia.
De acuerdo con el portal www.respirabienbc.gob.mx, la verificación vehicular es obligatoria para la renovación o canje de placas así como el trámite de cambio de propietario, con un costo de 4 salarios mínimos para vehículos modelo 2012 y anteriores cuya vigencia será de un año y de cinco salarios mínimos para los autos modelos 2013 y 2014 que tendrán que regresar al verificentro en dos años.
También en el sitio de Internet abierto por la Secretaría de Protección al Ambiente, queda claro que no importa si el auto no pasa la verificación, ya que a la unidad que está provocando un grave daño al aire que respiramos todos, se le extenderá un certificado de rechazo con el que podrán acudir a realizar el trámite de renovación de placas.
No se necesita ser amplio conocedor del derecho ambiental o de finanzas para darse cuenta que con la verificación no se van a reducir las emisiones contaminantes al aire y con la medida lo único que se persigue es recabar por lo menos 255 pesos con 8 centavos por cada automovilista cumplido.
Mejor sería que se aumentaran ese costo al de la revalidación y así evitarían los automovilistas que sí cumplen con sus obligaciones, perder hasta un día hábil en el trámite de la mentada verificación. Y con esto surge la gran interrogante ¿Por qué solo a los automovilistas cumplidos es a los que se les carga la mano con cobros de todo y por todo y a los que circulan en sus autos chocolate, no se les toca ni con el pétalo de una infracción?
Hay que recordar que al menos en relación con el parque vehicular que circula por las calles de Baja California, los malos son más, y esos vehículos en su mayoría son autos que se desecharon de California que emiten grandes cantidades de gases contaminantes. Estos vehículos no pagan ningún tipo de impuesto ni en México ni en su país de origen.
En lugar de andar buscando como sacarle más dinero a los que sí cumplen con sus obligaciones fiscales, ya va siendo hora que se busque un mecanismo para que los que nadan de muertito con sus carros chocolates también se pongan con su cuerno para ayudar al Estado a cubrir el presupuesto.
Porque con la cantaleta de que no tienen dinero para importar sus carros, se quieren zafar de todas las demás responsabilidades.