El sol es un elemento necesario para la salud del organismo. Para el ánimo, la realización de ciertas funciones con la fijación del calcio en el cuerpo su presencia favorece la salud en ciertas dosis.

Pero como todo exceso es malo, hay personas que aman o más bien tienen una obsesión por ver su cuerpo tan bronceado que se les olvida el daño que este hábito puede causar a su salud, a esta obsesión se le conoce como y es una enfermedad real que hay que tener presente.

En este trastorno la persona nunca está contenta con el color obtenido ya sea por medio del sol o del bronceado en una cámara sin importarte el elevado nivel de radiación ultravioleta que el cuerpo esté recibiendo.

La tanorexia, en un nivel extremo, lleva a la persona a conseguir un bronceado completamente antiestético, puesto que manchas, arrugas y otras imperfecciones se van resaltando cada vez más, al obtener un color oscuro poco natural, además de los riesgos de contraer cáncer, también se aceleran los efectos del envejecimiento de la piel.

Como en muchos problemas de enfermedades causadas por conductas obsesivas, el problema es que la persona padece una alteración de la percepción por la que no se da cuenta de lo morena y quemada que está su piel y como una adicción, siempre necesita más y más exposición al sol para nunca conseguir el color de piel bronceado que desea.

Existe una cámara que realiza fotografías donde se evidencian las manchas y alteraciones de la piel que genera la exposición al sol, pero que todavía no son evidentes a simple vista. Mostrar este tipo de imágenes a los jóvenes también ayuda a que tomen cierta conciencia del problema estético (y de salud) que encontrarán si no toman el sol con moderación y siempre protegiendo su piel con bloqueadores solares.

Hay que despertar conciencia de los comportamientos cotidianos que, a largo plazo, van a tener repercusiones, a nivel de nuestra salud y a nivel estético, antes que las manchas, lunares  o el cáncer nos dejen ver que hicimos muy mal en abusar del maravilloso y vital sol.