HOUSTON.- Tyniesha Stephens tiene sus ojazos marrones arreglados con delineador negro. Su largo cabello negro recogido en una colita de caballo. Se entusiasma al ver fotos en las que aparece con una peluca rubia y los vestidos que usa cuando no tiene el uniforme anaranjado de la prisión.
Stephens, no obstante, vive entre hombres en una cárcel de Texas en la que cumple una sentencia por prostitución. Y sabe que no es como los demás.
"Soy femenina, una persona femenina, una mujer transgénero, y algunos tipos me miran, tu sabes, con esa mirada que...", comenta Stephens, de 28 años. "Me siento muy incómoda".
Stephens, cuyo primer nombre legal es Marques, toma hormonas desde hace 10 años y se ha transformado parcialmente en una mujer. Espera poder terminar de cumplir su sentencia en una cárcel de mujeres. No está claro si podrá hacerlo, por más que se esté buscando la forma de ofrecer mejores acomodaciones para la población de lesbianas, gays, transgéneros y bisexuales, o LGTB.
La Cárcel del Condado de Harris de Houston, la tercera más grande del país y por donde pasan unos 125.000 reos anuales, es uno de varios centros penitenciarios de todo el país que empezaron a buscar soluciones para esa población cuando el Congreso aprobó bajo el gobierno de George W. Bush una ley que exige a las prisiones que tomen las medidas necesarias para evitar las violaciones.
El tema no es sencillo. Hay conflictos entre las leyes estatales y la ley federal, que hacen que el proceso resulte complejo y lento.
El alojamiento es uno de los asuntos más delicados. Hasta ahora, los reos LGBT eran alojados en forma separada, según su género biológico. Stephens vive con hombres gay. Según las nuevas normas, no obstante, alojar a la gente según su orientación sexual y género es discriminatorio, y potencialmente peligroso, por lo que ahora la tendencia es alojar a los reos en donde estén más seguros y la identificación de género es uno de los factores a tomar en cuenta.
"A las mujeres transgénero se les debe permitir estar con mujeres. Es donde estarán más seguras", dijo Harper Jean Tobin, del Centro Nacional para la Igualdad de los Transgéneros, con sede en Washington. "Estas son mujeres, psicológicamente son mujeres".
En casos como el de Stephens, el simple hecho de determinar si hay que tratarla como hombre o mujer es complicado. La ley federal dice que eso lo determina el reo. Pero las leyes de Texas estipulan que un preso tiene que ser alojado con personas de su mismo género biológico, de acuerdo con Brandon Wood, director ejecutivo de la Comisión de Manejo de Prisiones de Texas (Texas Commission on Jail Standards).
"Las mujeres presas no quieren estar con alguien que se identifica como mujer, pero no lo es", dijo Wood. "Existe la posibilidad de que pase algo muy malo".
Stephens fue arrestada 18 veces por prostitución y posesión o consumo de drogas. Dice que una vez fue agredida por otro reo. Y que algunos guardias la insultan o insisten en decirle "señor" por más que les explique que no es un hombre, según afirma.
Es difícil comprobar que hubo una violación en una cárcel.
En un estudio del 2011, el Departamento de Justicia comprobó que en la cárcel de Harris County, en el centro de Houston, hay un alto grado de abuso de un reo a otro. Se registró una incidencia del 6%, que es casi el doble del promedio nacional, 3,2%.
Otros estudios revelan que, en términos generales, la población LTGB denuncia más violaciones que los heterosexuales.
La mayor Debra Schmidt, a cargo de la clasificación de reos en la oficina del sheriff del Harris County, dice que habría que cambiar totalmente la forma en que se señala el tipo de delito, los antecedentes y el género de un preso. Y habría que hacer algo con los prejuicios de los guardias.
"Esto va a ser un gran reto", dijo Schmidt.
El alojamiento es tan solo uno de los problemas. Otro es la cantidad de guardias, que no es suficiente, según Robert Goerlitz, presidente de la Organización de Guardias del Harris County, que representa a 1.600 guardias y otro personal.
La situación actual "es muy peligrosa para ambos bandos, no solo para los reos, sino también para los guardias", expresó. Acotó que cada guardia debe vigilar a 48 presos y que las nuevas normas no servirán para reducir las violaciones si no hay una cantidad adecuada de guardias.
Otro tema complejo es la revisión de los reos. La nueva política de Houston permite que el reo decida quién lo revisa, lo que viola una ley estatal que estipula que un preso debe ser revisado por alguien de su mismo género.
No hace mucho, una persona que, al igual que Stephens, había sido sometida a un cambio parcial de sexo, fue revisada por una mujer de la cintura hacia arriba y por un hombre de la cintura hacia abajo para cumplir con una ley estatal, de acuerdo con el teniente Walter Bailey.