El presidente Barack Obama reiteró ayer su deseo de cerrar el penal porque, dijo, “merma recursos” y daña “la credibilidad de Estados Unidos”. Cada uno de los 164 presos encerrados en Guantánamo le cuesta a las arcas de EU una media de un millón de dólares al año, lo que en tiempos de presupuestos mermados y amenazas de suspensiones de pagos supone un dispendio de cerca de 200 millones anuales, si se suman los gastos de casi dos mil personas, entre militares y civiles, que hacen turnos rotatorios para mantener el funcionamiento el centro de detención.

Obama se reunió con los dos enviados especiales encargados del cierre de Guantánamo y la transferencia de presos, Clifford Sloan y Paul Lewis, que le mostraron un parte sobre la situación de los 164 presos: 84 tienen aprobada la transferencia a sus países de origen o a terceros países; otros 48 no pueden dejar el centro de detención por estar definidos como “un peligro para la seguridad nacional”, y tampoco pueden ser juzgados en tribunales civiles porque no existen suficientes pruebas en su contra o las que hay fueron obtenidas con tortura, mientras que otros 16 son de “alto valor” y la Casa Blanca quiere que sean juzgados en territorio de EU si finalmente se cierra Guantánamo.