Sacar las manos de las limosnas fue la petición del cardenal emérito Juan Sandoval Íñiguez al celebrar la tradicional misa que marcó el regreso de la Virgen de Zapopan a su Basílica la mañana de este domingo.
Fue durante su mensaje cuando el arzobispo sentenció de manera enérgica: “Es el estado laico mal entendido y la separación iglesia-Estado como si fueran dos poderes o dos reinos, separación iglesia y Estado que no impiden que el estado se meta hasta en las limosnas, hasta ahí se mete el Estado. ¿Pues no que separación? dejen las limosnas en paz”.
Sandoval Íñiguez pidió además a la patrona de la Arquidiócesis de Guadalajara por los males sociales como la corrupción, la violencia, los divorcios, los abortos y los homicidios, males que dijo tienen como raíz la ausencia de Dios.
“La corrupción en todos los niveles de arriba-abajo, es la causa de tanta miseria de mucha gente, de los jóvenes que se levantan para irse a los cárteles desesperados de no encontrar ni estudio ni trabajo. La violencia, las muertes que están sometiendo al país en sepultaras clandestinas por donde quiera. La corrupción es la causa de todo esto...”, añadió.
CRÓNICA DE UN REGRESO. No son cientos, ni miles, sino millones de personas que tienen algo que agradecer o algo que pedirle a la Virgen de Zapopan, ya sea que la acompañen en peregrinación en su regreso a la Basílica de Zapopan o que esperan verla pasar en su trayecto.
El ambiente es festivo a juzgar por la gran cantidad de danzantes que al son de tambores le agradecen así los favores recibidos, mientras que los cantos religiosos de los peregrinos revisten el evento de devoción y de respeto.
En el escenario figuran los romeros que, según la medida de sus necesidades, se les ve pidiendo de rodillas o en condiciones adversas de salud el favor de que su situación mejore a cambio del sufrimiento y la auto-penitencia.
En esta edición, por coincidir con domingo, se estima que el número de feligreses alcanza el número máximo de peregrinos registrado en la historia de esta tradición que en 2004 llegó a 3 millones de personas.
Después de que se incorporó el arzobispo emérito de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez, al contingente en la Glorieta Normal, éste hizo una parada de descanso junto con todo el contingente a la altura de la Parroquia San Ignacio de Loyola, donde destacó en breve entrevista de extraordinario el operativo de seguridad.
“Todo bien, es extraordinario el operativo, da seguridad a los feligreses”, dijo al tiempo que anticipó que durante la homilía en la Basílica pediría a la Virgen de Zapopan por la seguridad de la patria. Manifestó sentirse contento y agradecido de caminar con la zapopana en su regreso a la Basílica.
MISA DE BIENVENIDA. En la única “parada” de la Romería, Sandoval Íñiguez, el obispo auxiliar, José Trinidad González, y demás jerarcas católicos de la Arquidiócesis tapatía, tomaron los primeros alimentos del día para luego, a paso firme, arribar a la Plaza Juan Pablo II a las 11:10 horas donde el arzobispo emérito ofició la misa de bienvenida a la Basílica de Zapopan. Cabe recordar que el obispo y cardenal de Guadalajara, Francisco Ortega Robles, se encuentra en el Vaticano en el Sínodo Extraordinario Episcopal.
Antes, comenzaron a llegar a la ex Plaza Las Américas los primeros danzantes con pies cansados, pero con energía de llegar hasta la basílica, algunos no sólo iban cargando sus altos penachos, sino pudo observarse que una mujer danzante llevaba a su vez, a su bebé abrazado.
A las 11:20 horas llegó al Virgen de Zapopan a los Arcos, momento en el cual comenzaron a resonar las campanas no sólo de la Basílica, sino de los templos cercanos que anunciaron “la buena nueva” en símbolo de fiesta. Procedente de la Catedral Metropolitana de Guadalajara y habiendo pasado ante miles de romeros y tras ella miles de pies que la acompañan en su regreso, la “Generala” llegó a su máximo recinto.
En su intento de captar la imagen y plasmar así la emoción de verla al pasar cerca, los feligreses accionaban sus aparatos electrónicos para tomar fotografías o video, hubo a quienes se les asomaron algunas lágrimas de emoción, todo esto en un ambiente de algarabía, vivas, aplausos, música y pañuelos blancos agitados al aire.
En los Arcos de Zapopan se cambió a la “Generala” del carro de la “peregrina“ a una cabina portátil en una plataforma adornada con flores, cargada por franciscanos y custodiada por un grupo de guardines “caballeros de Colón” encargados de proteger y custodiar la integridad de la Virgen.