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Lunes, 01 Diciembre 2014 20:22

Militares descubren, escondidos entre los cerros de Culiacán, laboratorios de drogas sintéticas

(Noroeste/SinEmbargo).– “¿Cuántos son?… diviso nueve. Se van a tener que ir en tres camionetas, está difícil para llegar, no sé cómo le hicieron”, expresó el Comandante Flores. Y tenía razón.

El Ejército encontró en el rancho Las Víboras, de la sindicatura de Imala, en Culiacán, cinco laboratorios de droga sintética, todas enclavadas entre los cerros que forman el arco de entrada a la Sierra Madre Occidental, al llamado Triángulo Dorado del Narcotráfico.

Para llegar se debe subir y bajar por veredas hechas por máquinas excavadoras, para que puedan ser utilizados como conducto en el que se llevó plantas de energía, destiladores de químicos de 2 metros, eran al menos 20 de esos. También llevaron cientos de envases con químicos como acetona, tolueno y otros más que tenían leyendas escritas a mano con nombres de personas.

“Les ponen nombres porque son más fáciles de decir que Ácido Tartárico, por ejemplo”, explicó uno de los militares que cuidaban uno de los cinco laboratorios.

Cada uno de ellos denota una capacidad que va más allá de un campamento hecho con casas de campaña, un fogón para “cocinar”, como se le dice al proceso de elaboración de los químicos para las metanfetaminas, y unos recipientes reciclados.

Son superiores a eso. Todos los campamentos estaban formados como complejos bien diseñados.

Tenían estufas artesanales, cuartos refrigerados, chimeneas industriales y salidas de desechos con un sistema pluvial y de drenaje tóxico hechas sin error alguno.

Dos de los laboratorios están creados para la elaboración de las drogas. Están construidos en dos niveles para separar los procesos químicos y los de empaquetado en bolsas para luego trasladarlas a su destino comercial, aunque este aún es desconocido por los militares.

Una característica principal es que están en lugares altos, pero debajo de las copas de los árboles para camuflarlos con ramas secas sobre los techos, en los que sobresalen las chimeneas de los reactores, que son contenedores donde introducen los químicos para convertirlo en metanfetamina.

“Aquí veríamos dos fases, una la fase de la propia construcción de los laboratorios, ustedes vieron que ya no es una como era antes que eran campamentos, ahora ya es una construcción con cemento y ahí es una serie de trabajadores”, indicó Eduardo Emilio Zárate Landero, Comandante de la Tercera Región Militar al explicar cómo han avanzado los grupos delictivos en la elaboración de drogas.

“La segunda, los laboratorios los podemos dividir en cuatro fases, una fase es donde se lleva a cabo la concentración de todo el material, los líquidos y todas las sustancias que se van a emplear las tienen en un lado, otra área llamada la cocina, donde llevan a cabo toda la producción y el calentamiento, la tercera parte es una fase como de secado y la última es donde guardan el material terminado”.

Los laboratorios no tienen paredes, eso hace que se identifiquen desde unos 300 metros antes -según dijo uno de los militares al calcular la distancia que se caminaría para llegar-.

Es una gama de olores penetrantes, que raspan la nariz y que aumenta conforme se va acercando a los lugares. Al principio se puede distinguir la acetona, como cuando se está en una casa de belleza donde se ponen uñas acrílicas; luego, conforme se avanza, llega a olerse algo similar al consomé de pollo en polvo, pero es uno de los químicos que le da un color anaranjado a la metanfetamina; por último vuelve el olor a acetona, pero es más fuerte, es una combinación de esa sustancia y alcohol.

Con una simple respiración, los químicos logran provocar mareo y ardor en los ojos, pero se vuelve más grave cuando se entra en áreas cerradas como los cuartos refrigerados para congelar la droga y cristalizarla.

Esas áreas se construyen con tablaroca y se les adaptan ductos refrigerantes.

Son congeladores industriales.

Pero no sólo el olor delata la ubicación de los laboratorios. Los colores de la droga también lo hacen. Son desechados en los alrededores con un sistema pluvial puesto estratégicamente para arrojarlos a varios metros de los campamentos.

Se puede ver a simple vista mientras se camina una especie de sal tirada en la tierra, y debajo de ella unas manchas cafés o naranjas.

Son señales de que los químicos son tirados como desecho de lo que se cocinó. Se identifica fácilmente porque en los contenedores están las mismas sustancias, en algunos incluso aún hay material líquido.

El proceso de elaboración de la metanfetamina, según los militares, consiste en una combinación de químicos para introducirlos en recipientes donde se forma una gelatina, que después se endurece y se quiebra en cristales.

“No es bueno que se acerquen mucho o que estén mucho tiempo, porque si no el tufo les va a pegar bien fuerte y los va a poner bien locos”, advirtió el Comandante Flores mientras se hacía la revisión del primer laboratorio.

Los laboratorios son como pequeñas fábricas provisionales donde hacen droga, la empaquetan y luego la surten a los distribuidores.

Todo es artesanal, no hay otra forma de percibirlas, pero son creadas con un conocimiento pleno de ingeniería.

La infraestructura no sólo son los contenedores o los químicos, también hay plantas eléctricas que funcionan con gasolina, tanques de gas, refrigeradores y revolvedoras, como las que son utilizadas por los albañiles para hacer cemento.

En esos lugares también se puede observar dormitorios con catres o colchones inflables, donde las personas duermen y descansan sin mayor cuidado de estar a escasos 5 metros de donde se cocina la metanfetamina, y donde también cocinan sus alimentos o lavan su ropa.

Ningún mando pudo decir cuántas personas habitaban en esos campamentos, cuando llegaron, aseguran, no había nadie.

Pese a que son lugares entre cerros están ubicados en zonas donde hay recepción de señal de teléfono. Los cinco laboratorios que fueron encontrados ayer, forman parte de la estadística de la Sedena que suma 44 en lo que va del 2014, uno más en comparación con el año pasado.

Según estimaciones de la Defensa Nacional, los laboratorios de drogas sintéticas son un foco de atención importante, pues son lugares en los que se produce en menor tiempo a como se hace con otras drogas como la marihuana, que en comparativa es una semana contra seis meses de producción.

Del mismo modo, la metanfetamina puede venderse en un precio mayor a otras sustancias, y al mismo tiempo puede tener mayor éxito, al ser una droga de alta adicción.

En el operativo del Ejército se aseguraron: 2 mil 85.5 kilos de metanfetamina sólida 2 mil 390 litros de metanfetamina líquida 13 litros de acetona 450 litros de Tolueno 400 litros de Metanol 125 litros de Ácido Sulfúrico 40 Litros de Alcohol. 113 kilos de Sosa Caustica. 35 kilos de Ácido Tartárico Mil 220 litros de sustancias líquidas desconocidas 820 kilos de sustancias sólidas desconocidas

 

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