Arturo Mendoza Díaz/Especial

Ciudad Juárez.- Las denuncias por tortura y abuso de autoridad que afronta Leyzaola en Tijuana merced a las que pudiera inhabilitársele como servidor público, y que posiblemente le traerán repercusiones rebasando el ámbito de ese municipio bajacaliforniano, llaman la atención por diversos motivos.

Por ejemplo, sucede que él es nuestro secretario de Seguridad Pública municipal y ha sido objeto de apologías y honores hasta por parte del alcalde Héctor Murguía.

Asimismo, algunos sectores juarenses han manifestado su deseo de que Leyzaola repita en el puesto, como parte del equipo que a estas horas se encuentra conformando Enrique Serrano, el presidente municipal electo.

De hecho, la inhabilitación sería sólo para ejercer un cargo público en aquella ciudad, pero la sanción podría incidir negativamente en sus expectativas presentes. Más todavía, aunque no se le inhabilite, de todos modos su imagen como jefe policiaco saldrá algo lastimada.

Al respecto sabemos que Julián Leyzaola allá en Tijuana fue funcionario policiaco de una administración municipal panista en el trienio del 2007 al 2010, y que las denuncias se producen en la gestión del 2010 al 2013, con un gobierno municipal priista. También está la evidencia de que nadie en la función pública es “monedita de oro”, y menos como titular de Seguridad Pública municipal, afrontando la más compleja y riesgosa responsabilidad con agentes subordinados que no siempre cumplen su tarea como es debido.

En cambio, en Juárez sí disponemos de elementos que, por principio de cuentas, nos permiten afirmar que en esta ciudad hubo una mejoría en la seguridad pública, en relación a las circunstancias álgidas del lapso comprendido entre 2007 y 2010.

Por ello la hoja de servicios de Leyzaola se enriqueció con más lauros, no obstante lo cual hay divergencia de opiniones: algunas voces, convencidas de su eficiencia, expresan que él debe ser, de nuevo, el secretario de Seguridad Pública de 2013 a 2016, mas otras son contrarias a esa idea.

La discrepancia en cuanto a su continuidad se materializa principalmente de la clase media para abajo, por los abusos que cometen algunos agentes policiacos, e incluso abundan aquéllos que actúan como asaltantes.

Adolfo Suárez Castro, primer visitador de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH) dijo que no hay denuncias contra Julián Leyzaola, pero sí existen muchas en contra de los policías, por homicidio, tortura, allanamientos de morada y abusos de autoridad.

Suárez estimó en un promedio de 20 al mes las quejas por actos policiacos arbitrarios, pero aclaró que abundan los casos en que los afectados no denuncian por miedo o porque se desisten.

Lo anterior nos lleva a concluir que a pesar del reconocimiento que Leyzaola ha recibido, del cambio positivo en la seguridad pública y de que está libre de denuncias, sigue habiendo una omisión en cuanto al proceder de los agentes policiacos.

De ahí que la Policía Municipal tenga una imagen de miedo, principalmente entre la gente humilde, sea por ignorar los derechos ciudadanos, por falta de una adecuada capacitación para usar la fuerza pública o por franca corrupción. Y esto entra en la responsabilidad de Leyzaola.

Pero además es conveniente que en el ramo de la Seguridad Pública se produzca un saludable cambio para la siguiente administración municipal, dicho sea con el debido respeto al titular actual de esa secretaría.

No hay duda de que en alguna parte debe de haber otras opciones que favorezcan las esperanzas frescas, al igual que la renovación, y señalamos esto no porque demos por buenas las denuncias contra Leyzaola en Tijuana o creamos que los malos policías son irredimibles.

Por tal razón Enrique Serrano, en ejercicio de su libre potestad, sin sugerencias ni predisposiciones, debe agotar todas las posibilidades a la búsqueda de la persona idónea que dé el mejor rendimiento susceptible de obtener en el campo de la seguridad para los juarenses. Y no ha de ser difícil localizar al hombre ad hoc, puesto que el universo disponible es amplio.

Lo verdaderamente importante es que, habiendo realizado el nombramiento en la titularidad de Seguridad Pública, tengamos la certeza del esfuerzo hecho y de que se encontró al mejor hombre disponible.