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Lunes, 04 Abril 2016 17:42

Qué es ser profesional Destacado

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PorÓscar De la Borbolla

Hace unos días llegó a mi Facebook vía inbox una petición muy amable de uno de mis amigos virtuales, el billarista Joaquín Diaz Hernández; donde solicitaba mi opinión acerca de qué es ser un profesional, pues él que enseña a otros billaristas considera -y con razón- que ser un profesional no implica necesariamente ser famoso o ganar campeonatos y que se puede ser un profesional sin haber ganado nada. Su petición, guardadas todas las proporciones, me hizo recordar que en el siglo XVII dos genios de las matemáticas, Pascal y Descartes, recibieron de un amigo también una petición: el amigo quería saber -dado que se dedicaba al juego y a las apuestas- si las matemáticas podían ayudarlo a ganar.

 

Pascal y Descartes se pusieron a pensar y de ahí nació, nada menos, una de las ramas de las matemáticas más impactante en nuestros días: el cálculo probabilístico. Los pensadores matemáticos tienen ese crédito, pero quien pensó la relación entre las matemáticas y el azar fue el tahúr que acudió a ellos. De mi opinión no creo, por supuesto, que vaya a surgir nada portentoso; a lo sumo una poca de luz para aclarar el concepto “profesional”; y esa luz -y por ello la anécdota- la ha encendido mi amigo billarista al ponerse en contacto conmigo.

 

 Con su carta me di cuenta de que no sólo estaba en juego el concepto “profesional”, sino también mi profesionalismo. Me dedico a pensar (hay constancias de ello en esta columna), entonces soy un pensador: como mi amigo es un billarista, porque se dedica al billar. Pero ¿seré acaso un profesional del pensamiento? ¿Serán el éxito o la fama que pueda tener lo que me vuelve un profesional? Obviamente, no.

 

La fama y el éxito son, en el mejor de los casos, o sea cuando no son espurios, que es lo más frecuente, consecuencias secundarias de ser un profesional. Pero, entonces ¿qué hace que uno sea un profesional? Y fue a la altura de esta reflexión cuando comprendí que para ser un profesional del pensamiento tenía que responder públicamente al mi amigo billarista, o sea, lo que me hacía profesional era responder, responsabilizarme, hacerme cargo, tomar en serio su pregunta. Ser un profesional consiste, en primer lugar, cuando ya se han adquirido las destrezas que lo vuelven a uno competente en una determinada área, en tomársela en serio: responder lo mejor que uno puede.

 

 Tomarse a uno en serio implica muchas cosas: la más elemental es el cumplimiento. Uno no puede por pereza, crisis emocional, valemadrismo e inclusive mala salud no cumplir: el profesional es aquel que no tiene excusas. Y también quien por entregarse a su campo cada día lo conoce y lo domina mejor, y esto contrasta con el amateur, con el diletante que pasa por ahí, que vacaciona una temporada en una actividad; podrá hacerla bien por que tiene suerte o una facilidad innata; pero el amateur no deja de ser un amateur porque se relaciona con la actividad como un pasatiempo. De ahí entonces que el profesional no sea necesariamente quien siempre lo hace bien, sino quien lo hace porque no tiene opción, porque es la vida que ha elegido.

 

Se es profesional, aun no habiendo ganado nada, porque más allá del éxito, del prestigio y hasta de haberlo hecho o no de maravilla, lo que el profesional se gana es su propia vida y esto ocurre en todos los ámbitos: el médico es un profesional no por el prestigio o el dinero, sino porque se asume como médico, e igual pasa con el billarista, con el pensador o con cualquiera que hace de lo que hace el centro de su vida.

 

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