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Viernes, 20 Abril 2018 17:25

El “temor” de Slim Destacado

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Por Adela Navarro Bello: 

Entre todas las reflexiones que resultan de la conferencia que ofreció el empresario Carlos Slim Helú el lunes 16 de abril por la tarde, para defender y promover la permanencia del proyecto del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, destacan:

* Invitación a invertir: Como inversionista refirió que se trata de un proyecto (incluso lo calificó de “mágico”) que detonará el desarrollo económico y social de la zona que catalogó como una de las más marginadas del País, con lo cual pretende dar certeza a otros inversionistas a que, como él, inyecten dinero en los contratos de construcción.

* Ignorar la corrupción: Hizo a un lado la corrupción que se sospecha ha habido en la entrega de contratos, que ha sido señalada por periodistas de investigación, analistas, organizaciones de la sociedad civil, y por supuesto uno de los candidatos a la Presidencia de la República; sin embargo, con su palabra y nada más, se deslindó de cualquier irregularidad: “En Grupo Carso tenemos códigos de ética muy estrictos y no hemos sido partícipes de ningún acto de corrupción”, dijo.

* Encabezar un movimiento: Como líder de opinión en el mundo empresarial mexicano e internacional, dio la pauta para las expresiones venideras del sector nacional, sobre el temor a las decisiones que tome en caso de llegar a la Presidencia Andrés Manuel López Obrador, al reflexionar: “Me preocuparía y me daría miedo por todo lo demás que siga, porque si ése va a ser el criterio, yo creo que van a ser criterios equivocados de inversión”.

Acostumbrado a no entrar en política, al menos no de manera pública y directa como lo hizo el lunes 16 de abril, el ingeniero Carlos Slim Helú incluso regañó a los candidatos que sobre el NAICM se han pronunciado: “Ahorita no tienen por qué meterse, ahorita son candidatos. Ésa es una decisión que se tomó hace cinco años”, consignó intentando coartar el derecho de los aspirantes a opinar sobre los proyectos actuales, proponer para el futuro, y promover su proyecto de nación en la campaña.

Slim, a diferencia de otros empresarios de grandes fortunas en México, se había mantenido de bajo perfil en el desarrollo de la elección, hasta se diría que con una actitud neutral a diferencia de quienes desde sus empresas orquestan campañas entre sus miles de empleados con la intención de influir en el electorado para incidir en el resultado final del proceso electoral el domingo 1 de julio de 2018. Pero el empresario salió al público cuando vio tocados sus intereses. De acuerdo a datos públicos (Diario Reforma), Operadora CICSA (Carso Infraestructura y Construcción), definida en su página electrónica como “uno de los consorcios industriales, comerciales y de servicios más grandes de América Latina”, especializada en proyectos de agua, edificación, hidrocarburos y energía, industria, infraestructura y telecomunicaciones, invertirá 89 mil 823 millones de pesos en la construcción del edificio terminal del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Otra empresa de la cual no es propietario Carlos Slim, pero sí parte del consejo accionista, FCC Construcción, invertirá en el NAICM 8 mil 76 millones de pesos en la construcción de la pista 3.

Ahí radica el tamaño de la inconformidad del empresario más acaudalado de México por la intención de López Obrador de detener la obra en caso de ser electo Presidente: en contratos por 97 mil 899 millones de pesos. Lo que equivale prácticamente al 40 por ciento de la inversión total del Nuevo Aeropuerto, que de acuerdo con Federico Patiño, Director General de Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México, está valorada en 239 mil 400 millones de pesos, de los cuales aseguró, el 70 por ciento provendrán de inversión privada, y el 30 por ciento de dineros públicos.

Fueron necesarios miles de millones de pesos para que el ingeniero Slim saliera, de manera inédita, a plantear un posicionamiento político como lo hizo el 16 de abril, al hablar de “temor” por las decisiones que pueda tomar López Obrador, sintonizándose así con la campaña del Partido Revolucionario Institucional, basada en “el miedo” que sienten los electores sobre una victoria del de Morena.

Increíblemente, Carlos Slim no habló de las sospechas de corrupción por parte del gobierno, de funcionarios, de contratistas públicos, y de convenios con sobre precio en obras “menores” del NAICM, él únicamente defendió su posición y su inversión, asegurando que no entran en actos de corrupción a través de sus contratos o convenios. Sí se dijo sorprendido que el gobierno de Enrique Peña Nieto (aun cuando no lo dijo por su nombre), no hubiese concesionado la construcción del aeropuerto y hubiese decidido hacerla con recurso público, cuando explicó, se sabe que en el gobierno todo sale más caro y se lleva más tiempo en comparación con la inversión eficaz y rápida de la iniciativa privada.

Aclaró inmediatamente que no estaba buscando la concesión del aeropuerto y refrendó: “Yo quiero insistir que no tengo interés en el aeropuerto. Tengo interés en que se haga la concesión”. Justo al tiempo, el candidato hacia el cual enfocó sus baterías públicas el empresario, le replicó: “Si Slim quiere construir el aeropuerto con su dinero, le damos la concesión… nosotros vamos a cuidar que no haya corrupción”, refirió Andrés Manuel López Obrador, al momento que Tatiana Clouthier aclaraba que se trataba de detener el proyecto temporalmente para revisar los contratos.

 

Las reacciones públicas para el ingeniero Slim no fueron como en el pasado de total cordialidad, apoyo y solidaridad, el hecho que una de sus empresas y otra ligada a él, tengan el 40 por ciento de la inversión total ya pactada para la construcción del NAICM, desacreditó sus palabras de aliento y bondades sobre el aeródromo, y lo ubicó como un interesado más en el tema, por razones económicas.

La conferencia del empresario es la muestra que, debido a los intereses económicos, este sector de la población es proclive al status quo en materia de gobierno. Que las cosas se queden como están, allende la corrupción evidenciada en este sexenio, e investigada particularmente en la construcción del aeropuerto y otras grandes obras como el paso exprés, sin mencionar los casos de desvíos multimillonarios de recursos y la adquisición de casas suntuosas. También dejó claro la presentación del dueño del Grupo Carso, que entre los empresarios hay una preocupación que no los deja dormir: la probabilidad que Andrés Manuel López Obrador gane las elecciones del 1 de julio. De otra forma, no habría salido de su zona de confort e inversión, a lanzarse contra la idea de uno de los cinco candidatos a la Presidencia de la República, sin mencionar a los cuatro restantes.

De ese tamaño el temor. Ponderando el interés económico a grado de dejar de lado la corrupción que abunda en un gobierno como el de Enrique Peña Nieto, en el que de manera sistemática se han cometido –y documentado- sobradas irregularidades. Ahora sí que no se trata del interés público, sino del empresarial.

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