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Lunes, 17 Marzo 2014 23:17

Cicuta

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Jaime Flores Martínez

Partida?

Desesperado porque a la autoridad le importa un plátano que dos abusivos policías despedazaron su existencia familiar, una torcida idea se atravesó en la mente del ciudadano Arístides Ávila.

¡"Voy hacer algo en donde van a tener que prestarme aunque sea un minuto de su tiempo”!,advierte este hombre en una carta enviada a Cicuta la tarde del domingo 9 de marzo. “Hago responsables a todos los impartidores de justicia en Tijuana", señala lapidario.

Y es que don Arístides se encuentra –evidentemente-- atrapado en una terrible desesperación al subrayar que está dispuesto a hacer “lo necesario” para llamar la atención de la autoridad. "Si para que me atiendan tengo que hacer lo que voy hacer, pues… que Dios me perdone", ventila el ciudadano, en lo que parece una despedida.

La tarde del viernes, en una entrevista radiofónica, Cicuta se refirió al tema frente al procurador de los Derechos Humanos en Baja California (PDH) Arnulfo de León Lavenant. A manera de contexto, el periodista recordó el reciente caso del señor José Guadalupe Macías, el hombre que hace dos semanas se prendió fuego en pleno Centro Cívico en Mexicali.

José Guadalupe pasó más de una década encarcelado por un crimen que no cometió. Después de 11 años salió de la cárcel y vanamente exigió justicia las autoridades.

Como nadie escuchó sus demandas, el señor Macías se roció de gasolina y se prendió fuego frente a propios y extraños. Dos días después falleció por las gravísimas quemaduras, aunque el trágico desenlace solo llegó a aliviar el fastidio generado a las autoridades.

De regreso a la entrevista, Cicuta planteó al procurador enviarle la carta porque don Arístides está profundamente lastimado con la PDH. Además Cicuta no quisiera llevar cargos de conciencia. Si Don Arístides denuncia que la autoridad ha sido“ciega y sorda” frente a sus demandas, entonces el procurador debe tener conocimiento del tema. 

La respuesta de León Lavenant fue muy clara al solicitar al periodista ponerlo en contacto con el ciudadano. Dijo que lo atenderá personalmente.

Sus hijos Ricardo y Mayra Ávila Hernández, viven un calvario desde el 20 de diciembre. Esa mañana Ricardo fue interceptado por los policías Israel Cruz Pérez y julio César Bolívar Ángel, quienes llegaron a atender un inconveniente de tránsito en la zona este de Tijuana.

Los uniformados lo golpearon, lo insultaron, lo sometieron y lo llevaron ante el juez calificador. Momentos después arribaron al sitio su padre y su hermana, aunque nunca espero que los gorilas se lanzaran contra Mayra porque intentó fotografiar el golpeado rostro de su hermano.

El detalle provocó la furia de Israel Cruz Pérez, quien llamó a Mayra “pinche chilanga”,la joven fue esposada y presentada ante el juez calificador. Ricardo pasó más de 11 horas detenido en la cárcel preventiva de la Vía Rápida de Tijuana, mientras que Mayra acabó frente al Agente del Ministerio Público y --horas después-- fue recluida en el Penal de la Mesa donde pasó la Nochebuena.

Frente al MP los policías le acusaron de “agresión” a una mujer que mide 1.60 metros y pesa 57 kilos.
Cicuta reveló que Mayra perdió su empleo al ausentarse tres días de su fuente de trabajo. Resulta terrible que desde el 25 de diciembre la vida de los Ávila Hernández se ha convertido en un martirio.

En la carta que Don Arístides envío a Cicuta, asegura que su hijo Ricardo está aterrado y se niega a retomar su trabajo que es “manejar”, mientras su hija Mayra tienes pesadillas frecuentes y el llanto nocturno la sobresalta. El recuerdo de la agresión y el encarcelamiento se mantienen vivos.

Don Arístides no acaba de lamentarse: "... Y los tipos, culpables de esta situación, están tan tranquilos como si nada hubiera sucedido" expresa este hombre.

Agradecido con Cicuta por ser el primer medio de comunicación que divulgó su desgracia, don Arístides dice que “desgraciadamente” todos los encargados de la impartición de justicia en Tijuana “son sordos e insensibles”.

Señala que no se avanza porque “la autoridad no encuentra argumentos para castigar a esos animales”. Yo la verdad --dice don Arístides—“ya me estoy cansando”. “He acudido con muchas personas en Sindicatura y en la visitadora de los derechos humanos”. He acudido a los periódicos pero no tenido “nada de nada”.

Y agrega: Al recordar los episodios me da tristeza, rabia y coraje, de ver a mi hijo golpeado y mi hija detenida como si fuera un animal rabioso. Yo también me veo detenido como un delincuente. Qué tristeza no poder hacer nada por ellos.

Para esta gente no hay motivos suficientes para escucharme y hacer justicia. “Voy a hacer algo donde van a tener que prestar aunque sea un minuto de su tiempo”. Don Arístides remata: “Yo hago responsables a todos los impartidores de justicia de Tijuana”.“Si para que me atiendan tengo que hacer, lo que voy hacer, pues que Dios me perdone”, concluye la carta que Cicuta envió al procurador el mismo viernes.

Aunque Cicuta está convencido que esta carta se interpreta como despedida, Cicuta cumple con su responsabilidad al divulgarlo y de compartirlo con el procurador de derechos humanos.


cicuta.com.mx twitter:@jaimecicuta

 

 

 

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