Entre el 6 de octubre y el 4 de noviembre, el Presidente Enrique Peña Nieto, tuvo –de acuerdo a la información en su página electrónica- 25 apariciones públicas. Todas programadas, todas de libreto, listón y protocolo presidencial. Entre mensajes a medios en el extranjero, donde incluso celebró una conferencia de prensa en Panamá, inauguraciones de tramos carreteros, programas populistas, reuniones de evaluación de daños, aperturas de congresos, celebraciones de aniversarios, durante un mes, solo en una ocasión, el Presidente tocó el tema que preocupa a los mexicanos: la inseguridad. Y lo hizo de manera somera en el Foro Sumemos causas por la seguridad, ciudadanos + policías, el 15 de octubre, cuando una vez más, recorrió los lugares comunes en su retórica, “esta es la convicción que tiene el Gobierno de la República de que sí es posible lograr el México de paz que nos hemos propuestos alcanzar”. Y luego la manipulación de cifras que ni siquiera menciona de manera precisa, directa, concreta, matemática: “para nosotros resulta alentador que en las primeras mediciones a la comisión de algunos delitos, vayamos en una notorio y sensible disminución, como advertimos que en la comisión de otros delitos también ha habido incremento sobre la comisión de estos delitos”, ¿Cuáles? ¿De qué habla? ¿A qué se refiere? Delitos, delitos, delitos, sin aclarar a los mexicanos todos, qué es lo qué es lo que sabe y cuál su sustento ya no digamos científico, sino cuantitativo. Luego deslindó responsabilidades: “Aquí está el Secretario de Gobernación que dentro de los muchos temas de los que tiene de ocuparse, uno sin duda, porque es el encargo y el mandato que tiene del Presidente de la República es precisamente prestarle la mayor atención al tema de la seguridad”. No más. En un mes, en un mes difícil e inseguro para muchos mexicanos, el Presidente Peña, solo dedicó una de sus 25 apariciones públicas, para hablar del tema de la inseguridad, y no lo hizo para ordenar o anunciar la ejecución de estrategias de contención, tampoco para declarar, no la guerra, pero sí la franca y directa ejecución de acciones para que prevalezca el estado de derecho, sobre la impunidad, la persecución y la violencia desde la criminalidad del narcotráfico y los cárteles en el País. En un mes, que culmina con estados de sitio en Tamaulipas, Michoacán, Puebla, y otros estados donde los delincuentes han tomado las calles como campos de batalla, y las autoridades piden a sus ciudadanos no salir, como es el caso de Matamoros, el Presidente Enrique Peña Nieto, solo en una ocasión tocó el tema de la inseguridad. ¿De qué habla Peña? ¿A qué le dedica su tiempo y esfuerzo público el Presidente? Vamos: Del 6 al 8 de octubre sostuvo reuniones en Bali, producto de la reunión de la APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico), donde su retorica se centró en la oportunidad para invertir en México; el 9, ya de regreso en México siguió con el tema en un acto donde anunció la reactivación económica y apoyos para la micro y pequeña empresa. El 10 de Octubre, inauguró una planta automotriz en Saltillo, Coahuila. Al día siguiente celebró el 60 aniversario del voto de la mujer. El 14, celebró otro aniversario, los 20 años de la autonomía del Banco de México. El 15 lo dedicó a hablar de Guerrero y los apoyos para recuperar las ciudades destrozadas por el huracán. El 16, lo dedicó a atender al Primer Ministro de la República de Portugal, y el 17 regresó a las inauguraciones, esa ocasión fue el corte de listón de la autopista Durango-Mazatlán, ahí pues en el mero triángulo dorado del cártel de Sinaloa. El 18, otra vez viajó fuera del país. Esta vez a Panamá. Donde en una conferencia que ofreció a corresponsales mexicanos, agencias extranjeras y periodistas locales, el tema que él plateó fue la aprobación de la Reforma Hacendaria en la Cámara de Diputados y su beneplácito. Los comunicadores siguieron la línea y todas las preguntas versaron sobre ese tema. El 19 de octubre, aún en Panamá, leyó un mensaje de economía, social y cultura. El 21, el Presidente Peña la hizo otra vez de anfitrión, ahora del Presidente de Irlanda. El 23 fue a dar un mensaje a la Cumbre de Negocios de Guadalajara, Jalisco y el 23 otro festejo de aniversario: los 70 años de la Secretaría de Salud. El 24, una vez más, apoyos a Guerrero. Para el 25 de octubre participó en una asamblea ordinaria del Instituto Mexicano del Seguro Social. El 28… la celebración de ooootro aniversario, los 70 años del Colegio Nacional, y el 29 una participación en la reunión de la Federación Mundial de Bolsas. El penúltimo día de octubre, lo dedicó para donar equipo de cómputo a niños de quinto y sexto grado de primaria, mientras el último día del mes, el 31, fue para lanzar la “estrategia nacional de prevención y control de sobrepeso, la obesidad y la diabetes”. Llegando noviembre, una inauguración más: el mejoramiento del puerto de Manzanillo, y para el 4 de noviembre, la presentación del programa “Un Nuevo Campo para México”. A la par de los discursos armados, las inauguraciones, las celebraciones de aniversarios, las giras al extranjero, y las reuniones de cajón del Presidente Peña, en Michoacán atacaron estaciones de la Comisión Federal de Electricidad, los enfrentamientos entre el cártel nueva generación de Jalisco contra los Caballeros Templarios dejaron decenas de muertos, y familias enteras sufrieron la interrupción de su tranquilidad ante los ataques armados, el levantamiento de grupos de autodefensa y la toma del Ejército sobre la seguridad del puerto de Lázaro Cárdenas. La inseguridad regresó a la frontera norte, con ataques entre delincuentes en Matamoros, Tamaulipas, Ciudad Juárez, Chihuahua, y en el pacífico, se desató el terror con incendios y violencia cruenta en municipios de Puebla. Así, mientras muchos mexicanos no pueden dormir por el olor de los incendios, el temor del atentado, y el ruido de las balas y los operativos entre criminales, el encargado de la seguridad, Miguel Ángel Osorio Chong, apechuga solo, con su discurso y sin informar cómo, cuándo, con qué, para asegurarnos una y otra vez a los mexicanos, que la paz llegará, que la violencia es porque el estado mexicano está reaccionando. ¿Y el Presidente Peña? Pues nada, en inauguraciones, celebraciones, giras, y programas de reactivación de lo que sea. Prácticamente, en actos de ornato. No hay palabras de aliento por parte del Presidente para sus gobernados, no acciones contundentes en el tema de inseguridad, no hay esperanza más allá del discurso, lo que sí abunda, es la violencia, y cada vez, con más tintes de terror.
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