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Martes, 10 Septiembre 2013 17:25

TERTULIA POLÍTICA Destacado

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Pedro MARTÍNEZ SERRANO /

Es cierto, nuestra ciudad, especialmente la franja fronteriza entre Estados Unidos y México, históricamente ha sido vista como zona de saqueo, de rapacidad, por piratas llegados del interior de la República, cuyo único objetivo es atiborrarse las bolsas de dólares mal habidos. Lo hacen traficantes de personas y lo hacen también criminales vinculados con el trasiego de drogas prohibidas. Ni qué decir, es lo suyo.

Lo lamentable del caso, es que las peligrosísimas bandas criminales que se multiplican en la frontera entre Baja California, México y California, Estados Unidos, operan en el más condenable ambiente de impunidad, por la sencilla razón de que a su paso dejan miles, posiblemente millones de dólares que van a parar a los bolsillos de delegados federales corruptos, desleales y sin compromiso alguno con la región.

Y, como el atractivo más codiciado de una ciudad fronteriza como Tijuana, es el control de las garitas y las zonas de cruce de personas en ambos sentidos, las representaciones más codiciadas son las del Servicio de Administración Tributaria, que controla la aduana y el Instituto Nacional de Migración, que a través de los Grupos Operativo Beta, se asocia con los traficantes de personas, que les reportan decenas de miles de dólares por semana.

Precisamente sobre el particular, gente relacionada con la llamada Aduana de Tijuana, confió al reportero que hoy como nunca antes, esa representación del Sistema de Administración Tributaria, está convertida en la Cueva de Alejandro Amadeo González Guilbot y sus 40 ladrones. A todos y por todo extorsionan, aunque el administrador tiene ya sus propias parcelas (sus componendas) y él mismo las atiende.

El informante que labora en el ambiente aduanero de Tijuana, asegura que un cálculo conservador, lo llevó a estimar que en las garitas de entrada al país, se mueven cuando menos 100 mil dólares diarios, además de lo que entregan las maquiladoras directamente a González Guilbot.

Pero el administrador de la aduana de Tijuana no trabaja sólo, tiene sus recolectores, lo mismo jefecillos segundones, que mandos medios de la representación del SAT en Baja California, de cuyas corruptelas vamos a dar cuenta en próximas entregas, pues el tema es largo, tan largo como pestilente.

Es más, en la maraña de la aduana de Tijuana, hay nombres y muchos, de personas relacionadas a las familias más tradicionales de la ciudad, que les han bastado unos meses para colocarse entre los más ricos de la región, tan ricos que ya quieren invertir en empresas transportistas.

El tema de González Guilbot va a dar para largo, porque hay un largo listado de agencias aduanales, operadores de amparos para introducir vehículos extranjeros a territorio nacional, empresas manufactureras y grupos criminales que entregan cientos de miles de dólares al funcionario, con tal de que sus muchachitos se hagan de la vista gorda, cuando se introduce al país de manera impune todo tipo de mercancías, además de armas que inundan nuestras calles en todo el país.

 

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